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Viajes

Oslo, un paseo escandinavo entre vikingos y exploradores

La capital noruega combina aire moderno y cosmopolita con la tradición marinera y aventurera del país "más feliz del mundo"

Oslo, un paseo escandinavo entre vikingos y exploradores

La noruega Oslo es la capital del recientemente proclamado "país más feliz del mundo". Quizás tenga algo que ver tal título con el privilegio de ser también la ciudad europea con un mayor número de conciertos musicales por habitante al año y provoque que haya ganado más población que cualquier otra urbe continental en lo que va de siglo, situándose por encima de los 660.000 habitantes. Fundada en torno al 1048 por el rey Harold Hardråde, Oslo combina un aire moderno y cosmopolita con el indisimulado orgullo patrio por el pasado vikingo y por las hazañas de sus grandes exploradores, con Roal Amundsen, responsable de la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur, a la cabeza.

La visita a Oslo bien puede comenzar por los museos de la residencial península de Bygdøy. Uno de ellos está dedicado al "Fram", esa gran embarcación de madera que Amundsen utilizó para buena parte de sus aventuras, entre ellas la que le llevó al Polo Sur. En otra gran sala se exhibe el "Gjøa", barco que, también dirigido por Amundsen, logró cruzar por primera vez el paso ártico del Noroeste, en una travesía de Oslo a San Francisco que sumó tres largos años y se completó en 1906. Antes de poner rumbo al centro de la ciudad, y sin salir aún de Bygdøy, merece la pena pasar por la exposición de barcos vikingos y por la que muestra la historia de Noruega a través de 150 casas traídas de todas las regiones del país. Es uno de los museos al aire libre más grandes del mundo.

Imbuido del espíritu aventurero y marino, el visitante casi se ve obligado a hacer una pausa para degustar la bebida nacional noruega, el café. Hay muchos establecimientos de calidad, entre ellos el Kafé Oslo, ubicado en los bajos de la Casa de la Literatura y uno de los ejes de la vida cultural de la ciudad. A la hora de la comida o la cena, una buena alternativa es el Restaurante Fjord, donde sirven un apreciable salmón entre otras especialidades locales a base de pescados y mariscos. El Statholdergaarden es más exclusivo, con un menú tradicional de degustación que gusta mucho, y, en un plan más coqueto, está el Hos Thea y su magnífico solomillo de ciervo. Otra opción recomendable es el Engebret Café. Presume de ser el local de comidas más antiguo de la ciudad y cuenta con una agradable terraza para cuando los rigores climatológicos escandinavos dan una tregua.

El castillo medieval de Akershus, empleado ahora para los actos oficiales más solemnes del gobierno noruego, incluye un mausoleo real y cuenta con una notable aula didáctica sobre el devenir de una de las construcciones históricas más relevantes del país. No demasiado lejos están el palacio real, con cambio diario de guardia a la una y media de la tarde, el edificio del Ayuntamiento y el Parlamento.

La Galería Nacional ofrece la mayor colección de arte del país y exhibe las tres principales pinturas del genio noruego Eduard Munch: "El grito", "Madonna" y "Muchachas en el puente". Antes de dejar Oslo, los amantes de la literatura tienen una cita inexcusable en la céntrica calle Henrik Ibsen, donde se puede visitar la casa en la que el autor de "Un enemigo del pueblo" escribió sus últimas obras.

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