Hay películas inmarchitables por las que no pasa el tiempo. No les pesan los años. Al contrario: cuando se vuelven a ver son más modernas incluso que cuando se rodaron. El joven Lincoln es una de ellas. No es uno de los títulos más populares del gran John Ford aunque sí uno de los mejores. De una sencillez asombrosa y una poesía conmovedora sin desdeñar el humor inconfundible de su autor, con una interpretación insuperable y vibrante de Henry Fonda y alimentada por un mensaje de concordia, valor, honestidad y ética que viene que ni pintado para los actuales tiempos políticos que sufrimos. Debería ser una obra de visión obligada en las escuelas y universidades. Y en las sedes de los partidos, por supuesto.

El sello La aventura lanza por primera vez en formato de alta definición una excepcional edición, llena de extras exclusivos como una entrevista con el cineasta y documentales sobre su obra y acompañada de un libreto de 64 páginas.

Fonda encarna al joven Abraham Lincoln en 1832, cuando era un abogado inexperto de 23 años que lucha en un controvertido caso de asesinato. Había trabajado en una pequeña tienda de New Salem, Illinois, pero no se conformaba y estudió Derecho por su cuenta. Elocuente y empático, la muerte de la mujer que ama le marcará profundamente. Se muda a Springfield donde abre un gabinete de abogados. El restoes historia.

Una obra maestra absoluta.