No cabe duda de que los paisajes, el entorno, el aire libre y todo lo que se percibe cuando llega el verano incrementan las ganas de disfrutar de una buena comida o una buena cena, si el tiempo acompaña, en una terraza con vistas. La brisa marina, en el caso que nos ocupa; el sonido del agua acentuado por el ritmo de las mareas y un entorno tranquilo y relajante son sin duda un incentivo importante a la hora de sentarse a la mesa para disfrutar de cosas ricas y que nos hacen felices. Tal es lo que sucede cuando se accede a una de las playas menos conocidas del concejo de Gozón: la playa de Aramar, más bien pedrero en general, con poca arena y desde la cual, y en marea baja, se puede acceder hasta la isla y ermita del Carmen.

Además de las vistas de parte de Luanco, con una preciosa barquina blanca y roja varada en primer plano, llama la atención el gusto con que David Pérez Rodríguez y Marcos Martínez Méndez han levantado su establecimiento, Aramar Playa, un chiringuito que abre durante el verano y que debe su nombre tan sólo a su ubicación, pues tanto su aspecto como lo que se sirve allí a los comensales son platos de una calidad y originalidad que sorprenden. "Ésta es la tercera temporada que estamos con este local. Lo redecoramos por completo, le hemos dado nuestra personalidad y lo que intentamos es ofrecer cosas que no suelen ser habituales en lo que se entiende por chiringuitos. Cuidamos mucho el tema de proveedores y la calidad de los alimentos. Creemos en el comercio de cercanía e intentamos que todos los productos con los que trabajamos sean locales", dice David.

Aramar Playa es un lugar con encanto. Distinto, atrayente, tentador para quedarse al vermú y, viendo lo que se sirve en sus mesas, también a comer o a cenar. Azules y blancos dominan su decorado, donde impera el mobiliario reciclado; la madera, los pequeños detalles y un trato cercano y amable que combina sabiamente con lo que cocina Marcos Martínez, hombre experimentado en los fogones y que, al igual que David, lleva toda la vida en el mundo de la hostelería.

Su carta es siempre la misma. No hay menú. Así lo que se puede comer en Aramar Playa es, por ejemplo, su carpaccio de xata asturiana con virutas de queso gamonéu, los pasteles del mar, el pitu caleya con cebada, tacos de cordero con patata deluxe, ensalada de salmón y aguacate o de tomate y mozzarella, sin olvidar la ensalada de pato escabechado, los espaguetis de mar con calamares y el lomo de bonito a la plancha con salsa romescu. También hay tosta de bonito con pisto o una buena hamburguesa casera. Entre los postres triunfa la tarta de queso. Impresionante tanto la presentación como el sabor. Los chocolateros deben pedir el Súper Conguito.

A destacar ese pan rico que ponen acompañado de tomate natural y sal de naranja y guindilla junto con sus cócteles, variadísimos, sin olvidar sus batidos.

Entre los lugares favoritos de la clientela está la barca azul, varada sobre la hierba y habilitada para sentarse a tomar algo, además de la zona chill out, estupenda para sobremesas tras una cena en buena compañía. En la terraza hay espacio para unas cuarenta plazas. No doblan mesas. Dado el espacio, es recomendable llamar y reservar en el 634524651. Está abierto hasta el 31 de septiembre.