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Escapadas | Propuestas

Distintas formas de mojarse en Europa

Lagos, ríos y acantilados, alternativas al típico arenal

Bañista en el lago de Hallstatt. M. R.

No todo son piscinas y playas de arena para refrescarse. Hay más alternativas. Y de eso saben bien los que viven a cientos de kilómetros del mar y en verano no les queda otra cosa que arreglarse con lo que la Naturaleza les ha puesto más a mano. O incluso los que teniendo el Mediterráneo a tiro de piedra no encuentran ni un metro cuadrado donde extender la toalla.

Allí donde hay guijarros y acantilados es necesario agudizar el ingenio para refrescarse. Es lo que hacen, por ejemplo, en la atractiva costa del Adriático, bien sea Italia, Eslovenia o Croacia. Aquí, los enamorados del mar y del sol demuestran que su flechazo va en serio al estar dispuestos a sortear los obstáculos para disfrutar de ambos. Los ciudadanos de todo este litoral y los turistas que llegan por miles de junio a septiembre (sobre todo desde las frías y lejanas tierras del norte de Europa) saben muy bien que lo que toca es encaramarse entre las rocas como bien se pueda y mantener el equilibrio para capturar los rayos. Sumergirse en el Adriático tiene su complicación: saltar entre los bloques de hormigón del puerto, sortear las toallas de los que allí se han instalado por muy difícil que parezca y, premio, siempre se encontrará un hueco para llegar al agua. Indispensable, al menos, saber flotar, pues no se hace pie. Basta recorrer la costa del golfo de Trieste para verlo, o el tramo que va desde la ciudad italiana hasta Koper, ya en Eslovenia. La alternativa cómoda es como mucho una playita de guijarros, pero no pueden faltar unos escarpines cerrados para poder caminar sobre las piedras: en las islas del Adriático las tiendas hacen su agosto con su venta.

Paralela a la Europa de las distintas velocidades, en cuanto a economía se refiere, va la Europa de las distintas formas de mojarse. Para unos el Rin o el Danubio son dos de los principales ríos del continente, ricos en historia y fuente de inspiración. Para otros son ni más ni menos que su playa. En Austria lo demuestran en el Wachau, un valle vinícola en el que es fácil encontrarse arenales fluviales en los que bañarse mientras las grandes barcazas surcan el Danubio. Bonita, como pocas, es la de Lehen, en la que a remojo se contempla la abadía de Melk. A orillas del Rin, entre la región francesa de Alsacia y la alemana de Baden Wurtemberg se oferta un baño muy peculiar, a caballo entre dos países. Los hay que incluso fondean allí con su yate. Si se vive o vacacionea al pie de los Alpes, lo que se estila es un lago. El de Hallstatt está considerado como uno de los más especiales: a un lado, el bonito pueblo, al otro, las montañas del Salzkammergut.

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