El cine español no ha dado mucho protagonismo a la Guardia Civil, y cuando lo ha hecho ha sido desde dos posiciones opuestas: la admiración o la denuncia. Durante el franquismo se hicieron películas patrióticas como la historia de Fernando del Castillo, capitán del recién creado cuerpo, en "El primer cuartel", de Ignacio F. Iquino, con el asturiano José Suárez, y "Guerreras Verdes", de Ramón Torrado. "El Santuario no se rinde", de Arturo Ruiz Castillo, cuenta la historia desde el bando nacional del Santuario de la Virgen de la Cabeza sometido al asedio del avance republicano. "Sin novedad en el Alcázar" retrató la lucha de las tropas sitiadas en el Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil. Por contra, "Luna de Lobos", de Julio Sánchez Valdés, llevó al cine los enfrentamientos del maquis contra la Guardia Civil. "Pan Negro", de Agustí Villaronga, retrató la búsqueda por parte de un niño de un asesinato. Pero si una película saltó a la fama por exponer un caso escabroso de la Guardia Civil es "El crimen de la Cuenca", que única cinta secuestrada durante la Transición por mostrar sin miramientos torturas a las que fueron sometidos en 1913 dos amigos acusados de matar a un compañero, crimen que confesaron tras ser torturados. "El Caso Almería" ( Pedro Costa, 1984) la historia de tres jóvenes cántabros que iban por carretera desde Santander hasta Almería y que fueron torturados y asesinados por miembros de la Guardia Civil al confundirlos con con tres etarras.