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Tendencias | Lujo playero

Lujo real en París

Lagerfeld viaja a la época de Luis XV para renovar uno de los edificios más bellos de la capital gala

Terraza de una suite.

Los mejores decoradores de todo el mundo han puesto rumbo a París con afán de "cotillear". El hotel de Crillon, la centenaria joya arquitectónica que ahora posee un príncipe saudí, reabre sus puertas después de más de cuatro años de intensas obras de renovación dirigidas el arquitecto el arquitecto Richard Martinet, que ha contado, entre otros, con la colaboración de Karl Lagerfeld.

Unos 150 artesanos, tapiceros, ebanistas, marmolistas y doradores han trabajado para devolver el esplendor al establecimiento inaugurado en 1758. Luis XV encargó al arquitecto Jacques-Ange Gabriel construir unas estructuras gemelas que mirasen a la plaza de la Concordia.

El resultado fue una obra maestra de la arquitectura del siglo XVIII. Detrás de una de las fachadas se alzó una residencia privada. En principio el hotel de Crillon estaba pensado para hospedar a embajadores y personalidades.

Las obras han incluido la creación de un segundo sótano con piscina y spa. La suite Bernstein, en el último piso, llamada así en honor del músico, ofrece una vista impresionante sobre la plaza de la Concordia.

El hotel cuenta con restaurante, brasserie, jardín de invierno y bar, bajo la dirección del chef francés Christopher Hache. Karl Lagerfeld ha diseñado dos suites situadas en el cuarto piso. Cada una de ellas dispone de camas de baldaquín, suelos de mármol y vestidores. Las paredes de cada suite están forradas con fotos tomadas por el mismo Lagerfeld. Una de las habitaciones está totalmente dedicada a su gato blanco "Choupette" y la alfombra cuenta con un diseño que parecen rasguños de gato. La bañera de mármol de dos toneladas es otro de los impresionantes detalles.

La suite María Antonieta se ubica en la estancia a la que la reina acudía a tocar el piano. Está amueblada con una cama king-size, sala de estar separada y cuarto de baño de mármol, todo en tonos gris y rosa pálido.

La terraza interior ofrece vistas al patio del hotel, mientras que el balcón más grande da directamente a la plaza de la Concordia, el lugar en el que, ironías del destino, la reina austriaca fue guillotinada en el año 1793.

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