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La alegría de la huerta

La manzanilla, tesoro campestre

Un buen secado de la hierba facilita infusión para todo el año

La manzanilla, tesoro campestre

No falla en verano. La manzanilla está de vuelta. Siempre lo hace a mediados del estío y siempre en el mismo lugar de los prados o claros del monte en los que prende anualmente. Además, en cada cosecha se extienden un poco más y sus bellas flores poco a poco ocupan más espacio. "Tener manzanilla todo el año es una bendición de la Naturaleza", dicen las gentes del campo.

En Asturias, la hierba (conocida también por camomila común) es más bien de verano o, al menos, cuando hay buen tiempo y temperaturas suaves. Si tenerla todo el año es una bendición, más vale que sea en suelo propio, ya que desde hace unos años para acá no está permitido recogerla alegremente en espacio abiertos. Hay que tener cuidado: si uno va por el monte y se encuentra una plantación, mejor dejarla y seguir el camino. En caso contrario, se expone a sanciones. Pero si ésta nace en el prado propio, no hay problema: es un "tesoro" que se puede aprovechar. No es difícil su transformación, pero sí que requiere paciencia, tener espacio y cierta mañana.

La manzanilla requiere un buen secado. Se recogen las flores cuando el botón amarillo está totalmente desarrollado. La cosecha se extiende encima de una sábana para dejarla al sol unos cuantos días; no obstante, a la noche hay que retirarla para evitar el orbayo que puede estropear las flores. Acabado este proceso es conveniente llevarla a cubierto y dejarla secar otros cuantos días sobre una nueva sábana para evitar la humedad de la primera. Una vez que las flores están completamente secas es el momento de guardarlas en tarros. Así se tendrá manzanilla casera para infusiones durante una buena temporada. En caso de no aprovecharla, un consuelo es disfrutar de su intenso aroma. Una bendición.

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