Hay muchas Noches Blancas pero están en esta. Mañana a las cinco de la tarde arranca en Oviedo su clásica programación cultural y artística en horario nocturno. Es ya la quinta edición consecutiva (si no se cuenta una anterior organizada por el Principado en Oviedo, Gijón y Avilés simultáneamente) y, como suele ocurrir con esta programación, el problema que presenta es la incapacidad de multiplicarse y poder estar en todas partes. Por eso LA NUEVA ESPAÑA quiere ofrecer una pequeña guía para no andar a tientas por las calles de Oviedo. Unas sugerencias que no pueden abarcar toda la programación de más de sesenta actividades pero que tratan de dar pistas de posibles itenerarios según los gustos de cada cual.

Si uno, por ejemplo, quiere disfrutar con niños pequeños la programación, se recomienda empezar con una visita al edificio de Telefónica, que incluye, por la tarde, talleres infantiles (imprescindible reservar cita). Se puede seguir con una programación específica para los pequeños en el edificio del Pavo Real del Campo de San Francisco, pero no se puede perder mucho tiempo si uno no quiere perderse las primeras películas de la historia del cine, que se podrán ver en La Vega a primera hora, con el grupo Improviso acompañando la proyección en el pase especial para familias. Dura sólo tres cuartos de hora y dará tiempo, a los más audaces, a descubrir el nuevo montaje del maravilloso teatro de sombras de Luz, micro y punto, que ofrecen varios pases en el colegio de arquitectos.

Aunque la Noche Blanca se caracteriza por ofrecer arte contemporáneo, actividades de vanguardia, en Oviedo hay un tono clásico que siempre tiene mucho público. Un plan de ese tipo comenzaría, mañana, por la clásica visita al monasterio de las Pelayas o por, novedad este año, uno de los pases con explicaciones delante del retablo del altar mayor de la plaza de la Catedral, que se suma por primera vez a esta noche. Siguiendo en la misma línea, y aunque se solapen un poco los horarios, uno puede correr a la plaza del Ayuntamiento a escuchar ópera desde las ventanas del edificio consistorial y a escuchar y elegir música barroca en la sede del Ridea, en Porlier.

Los de letras están de enhorabuena, porque la literatura cobra peso especial en esta Noche Blanca, y casi, casi, se puede recorrer y leer de un párrafo a otro: lectura en la Granja, poetry slam y performance de Los Peligro (Liliana y Sergio) en el Paraguas, cine y literatura en la Biblioteca del Fontán, lectura en la Casona de Campomanes, escritores que "sanan" con relatos al público en el caserón universitario de San Francisco y despedida en El Olivar con los relatos de ese "O. Anatomías del Antiguo".

La música contemporánea ofrece también distintos tipos de recorrido. Uno puede empezar la noche viendo el documental "Mi vida entre las hormigas" y escuchando luego al protagonista, Jorge "Ilegal" charlar con Edu Galán (Mongolia) mientras improvisa alguna pieza en el teatro de Pumarín. O hacerlo en el Filarmónica, con una brillante programa triple que incluye, danza, theremin y post-punk. También, jazz por Monk en el colegio de abogados y, antes o al principio de todo, la completa programación de Moon-duos en el local Paraíso.

Las artes plásticas y performativas son uno de los platos fuertes de la Noche. Están (casi) todas las galerías abiertas y destacar una encima de otras sería injusto. Fuera de estas salas, en La Vega está Fernando Gutiérrez, intervención en el Bellas Artes, Javier Riera en Feijoo y en el Campoamor brillará el gran vídeo-mapping, guinda de la noche.