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La alegría de la huerta

Las verduras del invierno piden sitio en la tierra

Es momento de plantar brócoli, repollo y coliflores

Productos de otoño en un mercado asturiano. MARIOLA RIERA

La huerta no es sólo para el verano, aunque estemos en Asturias y los rigores del otoño-invierno del Norte inciten a dejar de cultivar en los próximos meses, más si no se tiene invernadero o cubierta. Pero resulta que es todo lo contrario y con la llegada de las estaciones de frío -aunque este año se retrasa, si bien los expertos aseguran que llegará, al igual que las lluvias- es momento de "repensar" la huerta, limpiar los restos del verano y plantar nuevas hortalizas.

Con la tierra ya preparada, si se recurre a los plantones, la cuestión es sencilla. Basta hacer una visita a cualquier comercio que los tenga a la venta para asegurar el suministro. Brócoli, repollo y coliflor crecerán bien en la huerta asturiana en los próximos meses, al igual que las berzas (aunque éstas siempre crecen bien, más si está fresquito y orbaya, como sucede en las últimas semanas de madrugada). Las coles de Bruselas también son otras habituales en los huertos otoñales, al igual que las zanahorias. Los hay quienes se atreven con las lechugas, aunque esto es otro cantar y cuestión de suerte: si vienen días como los de esta semana, bien soleados, se asegurará una buena cosecha antes de que entre el invierno. Espinacas, acelgas, rúcula y canónigos también crecen en la tierra astur, con permiso de los siempre ávidos caracoles, que sobre todo en estos meses de frío buscan alimento y siempre recurren a lo que más tienen a mano. En mes y medio, aunque los plazos los marca cada uno, se podrán llevar ya los primeros plantones de arvejos a la huerta, si bien hay tiempo hasta enero o febrero para decidirse.

No obstante, a la hora de limpiar y reordenar la tierra hay que tener cuidado de no tocar las calabazas. Éstas, plantadas en pleno verano, están ahora en crecimiento y a punto de estrenar temporada. Muchas parcelas en Asturias están ya teñidas de naranja y repletas de enormes piezas que, bien administradas, darán para alimentarse de aquí a primavera. Las calabazas gigantes se han convertido, además, en los últimos años en objeto codiciado como adorno según se acerca la fiesta de Difuntos debido al tirón de Halloween.

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