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Vestidas para el bosque

Verde, berenjena, mostaza y rojo son los colores de un otoño inspirado en la naturaleza

Los colores del bosque se adueñan del otoño y dejan en pasarelas y escaparates un sinfín de reflejos en berenjenas, mostazas, rojos, verdes y marrones, en todas sus gamas. Entre todos tal vez sean el berenjena y el amarillo dorado los tonos que más se verán en las calles durante los próximos meses. Favorecen y son sencillos de combinar.

Por falta de variedad para elegir prendas no será. Las tiendas están repletas de propuestas para todos los gustos, desde las más sport a las destinadas a las grandes ocasiones.

El verde también se vuelve color de referencia para los amantes de las tonalidades más sutiles. El clásico verde botella es una de las opciones con las que se acertará siempre.

Y al lado de esa gama otoñal y favorecedora también asoma el blanco, color que en las últimas temporadas ha ido ganando protagonismo en los meses de frío. Asociarlo al verano es un error garrafal. Basta echar un vistazo a las colecciones de las grandes firmas. Para vestir de blanco en invierno -también resulta muy adecuado el color marfil- la clave está en lograr un look total. Un abrigo largo y blanco, como los que propone Chanel, combinará a la perfección con una camisa de popelín y pantalones en el mismo tono.

El camel y el beige también son de esa gama que debe llevarse de forma integral. Un suéter de cachemira, pantalones del mismo color y abrigo y zapatos en el mismo color son otra de las combinaciones ganadoras de la temporada que ya ha comenzado, aunque las temperaturas aún no sean demasiado otoñales.

El azul es otro de los colores que nunca desaparece. Para el fin de semana nada como un suéter de mohair de cuello vuelto con tejanos ligeramente piratas y deshilachados en los bajos, y blazer azul marino con botones dorados. El jersey puede sustituirse por camisa o camiseta blanca siempre que el tiempo lo permita.

El cuero también contará con altas dosis de protagonismo. La falda lápiz marrón chocolate o negra, es uno de esos imprescindibles, junto al trench de ante y las botas altas, o más bien, altísimas.

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