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Productores fuera de la DOP: no todo son malas noticias

Nicolás Marcos celebra la concentración de azúcar y acidez para las largas crianzas, y David Marcos poder contar con caldo para etiquetar

Productores fuera de la DOP: no todo son malas noticias

No es posible cruzar un viñedo, surcar la tierra, mirar las hojas, el cielo y la luz, escuchar el viento y sentir la noche sin decir palabra. Hablas y, apenas has terminado de hablar, la viña responde. Como un perro, un amigo, un extraño, como una planta, pero responde. Habla y lo sientes. El vino define al viticultor y se define a sí mismo siendo distinto de los demás. Los vinos de cada tierra son diferentes, porque también lo es el suelo, el clima, el sentir y las costumbres de las gentes donde se han producido. Del mismo modo que resultan también distintos los vinos de un territorio en particular porque ser vecinos no significa ser iguales. La tierra de un pago no es igual que la de otro y tampoco tienen por qué parecerse sus dueños. La uniformidad en el vino es un aburrimiento, la diversidad es precisamente lo que lo hace interesante.

La tierra asturiana también es diferente, por eso sus vinos adquieren la interesante peculiaridad que los distingue. Nada más instalarse en Cangas, a Nicolás Marcos, de Toro (Zamora), propietario de la Dominio del Urogallo, responsable de algunos de los mejores vinos de pago asturianos, le dijo uno de los mejores viticultores locales: "Colás, es un milagro que haya vino aquí". Este año no le faltan motivos para darle la razón tras las devastadoras heladas de finales abril. "Estuvimos dos noches sin dormir poniendo antorchas en nuestras viñas. Fueron dos noches muy duras en las que a pesar de nuestros esfuerzos, en algunos casos, las antorchas no amortiguaron la helada". Marcos explica que al adelanto en el ciclo vegetativo de entre tres y cuatro semanas que estaba ocurriendo este año debido a un mes de marzo anómalamente templado tampoco ayudó. "Ni siquiera nuestras mejores viñas, orientadas al sur, se libraron del hielo. Fue una helada muy virulenta, nunca en 30 años de viticultor había visto helarse hasta las varas del guyot en algunos casos".

Otro factor que agravó la situación, cuenta, es que amaneció un día despejado y soleado con lo cual, el sol, acabó de quemar los tejidos. "El ciclo ya iba adelantado y la planta había consumido mucha energía con lo cual quedó muy débil. Al tener que volver a formar el material vegetal perdido, tomó la reserva de las maderas con lo cual ha habido casos de muerte súbita de algunas cepas". Explica que lo que más le duele de todo ver cómo una cepa de más de 120 años muere y se seca y con ella la historia de este pueblo. "Ese material genético es irrecuperable y nada tiene que ver con los clones de laboratorio que se están plantando en Cangas desde que llegué hace diez años", recalca.

La viña volvió a brotar pero los brotes que provenían de las yemas dormidas no traían uvas. "En mi pueblo, Toro, las llamamos varas bobas, no tienen racimos y si hay alguno no tendrá tiempo de madurar. Por si fuera poco, a finales de Agosto hubo una granizada en Cangas del tamaño de pelotas de ping-pong, este tipo de fenómeno es más selectivo, si te toca la nube dalo por perdido. En nuestro caso tuvimos mucha suerte y sólo nos afectó, otra vez en nuestros viñedos de Corias, ya maltrechos por la helada de abril".

En resumen, hubo que homogeneizar la maduración en Dominio del Urogallo. "En años así hay un descenso notable de la producción, en nuestro caso del 30 por ciento, pero la concentración de azúcares y acidez es muy buena para trabajar vinos de largas crianzas que van a envejecer muy bien. Por todo ello, hemos tenido una cosecha corta, pero muy interesante", dice Marcos, quien agrega que en 2017 no habrá vinos como La Zorrina o La Petit Zorrina pero sí los "ancestrales" en los que lleva trabajando varios años y vinos de ánforas y damajuanas de gran formato.

David Marcos, de Bodegas Obanca, sí promete, en cambio, su carrasquín tinto de prestigio, Castro de Limés. Califica la cosecha de "muy buena" y explica también cómo se libró afortunadamente de las heladas. La meteorología del verano resultó, asimismo, complicada por las granizadas de agosto que tampoco hicieron mella en el viñedo.

Obanca recolectó 20.000 kilos de uva, entre blanca y tinta. "Vuelvo a tener caldo para poder etiquetar", dice Marcos. Sus vinos tienen demanda: La Descarga blanco y tinto, el albarín fermentado en barrica y un carrasquín tinto que no ha dejado de cosechar opiniones favorables. El otro productor, que elabora fuera de la denominación de origen, sostiene que el vino asturiano, por la pequeña producción y sus características especiales, tiene que dirigirse a un público determinado que lo entienda. No se trata sólo de vender vino, sino de venderlo bien. "Elaborar bien, como es debido, y hacer una buena marca", recalca. Igualmente es necesario, explica, que la fiesta de la vendimia se convierta en un buen escaparate de la calidad de la producción en Cangas. "Y no en un botellón promocionando otras bebidas alcohólicas ajenas a la viticultura".

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