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Un camino entre pucheros

Comida con encanto rural

Las albóndigas con salsa de setas y las verdinas con jabalí son dos especialidades de Mar Gutiérrez, cocinera de El Rincón de Espinaréu

Comida con encanto rural

Asturias es tierra pródiga en pueblos con encanto y con historia, aldeas y localidades cuyos vecinos muestran orgullosos lo que les representa en el medio en el que viven. Tal es caso del que hoy protagoniza esta página, Espinaréu, en el concejo de Piloña, donde hay censados más de setecientos hórreos y unas doscientas paneras. En este precioso pueblín soleyero, tantas veces pintado por Nicanor Piñole, hay varias de estas construcciones. Tal es su importancia y su valor, que existe una ruta que los recorre y en cuyos paneles informativos se va explicando tanto lo que se refiere a su estructura como a su edad y uso.

En uno de sus barrios, al que se accede tras pasar un puentín que cruza sobre el río Nueva, se llega hasta un local novedoso y al tiempo lleno de encanto rural que abrieron en abril del año pasado el matrimonio formado por Eduardo Cardín Espina y Mar Gutiérrez Gómez. "Nosotros vivimos en Espinaréu y fue Eduardo a quien se le ocurrió poner en marcha aquí el restaurante. Yo soy una enamorada de la cocina, tuve a mi abuela y a mi madre como grandes maestras, aunque, eso sí, llegué a ella a través de mi gran afición a la repostería; es una de mis pasiones y, de hecho, tengo un blog con mis trabajos. Ya hice tartas personalizadas para un montón de clientes", afirma.

Ella, que disfruta ante los fogones realizando una cocina personal pero al tiempo para todos los públicos, cuenta con la imprescindible ayuda y apoyo de su marido, Eduardo Cardín, quien está al frente del comedor y quien realizó toda la obra de rehabilitación de la casa, datada en 1813, con un cuidado y un respeto por la tradición que resultan admirables. La piedra de las paredes recuperada, la madera interior, los pequeños detalles que hablan de Asturias y ese hórreo suyo por el que siente tanta querencia denotan su carácter apasionado por cuanto tiene que ver con su tierra, con su pueblo y, por supuesto, con una atención cercana y sincera con sus clientes.

En su acogedor comedor, con capacidad para unas veinte personas, sirven diversos platos, siendo unos fijos mientras que otros van variando cada semana, dependiendo inclusive hasta del pronóstico del tiempo para poner unos u otros, como ella misma destaca.

No tienen menú, pero sí una carta variada donde las raciones son amplias y se puede elegir entre elaboraciones tan atrayentes como las albóndigas El Rincón con salsa de setas, verdinas con jabalí, callos, fabada asturiana, pote, tortos con picadillo y huevo o con jamón y huevo, pitu caleya con patatinas, ensalada especial El Rincón, cachopo tradicional, cachopo de cecina y cabra, chorizos a la sidra o cordero guisado, dependiendo del día. Entre los postres, todos elaborados por Mar, difícil resulta elegir entre su tarta San Marcos, la de avellana, el arroz con leche, la tarta de chocolate y la tarta de queso.

Además de la calidez interior, tiene una terraza donde es un gustazo sentir el sol de otoño mientras se toma algo, y aún más en las mesas que están bajo el hórreo. Los baños, igualmente, son sin duda originales. Y, como recuerdo, nada mejor que llevarse un bizcochito de nata o las galletinas de avellana que hace con tanto amor esta llanisca, auténtica enamorada de la repostería. Dada la capacidad del local, funcionan con reserva llamando al 676652001. Cierran el lunes por descanso.

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