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La alegría de la huerta

Las calabazas están de moda

Es la hora de arrancar el fruto, muy demandado como adorno

Las calabazas están de moda

Suerte el que plantó calabazas el pasado verano. Ahora tendrá repleta la huerta de las bonitas piezas de diversas tonalidades naranjas y tamaños. Está de suerte porque este fruto -se considera una baya- que crece de una planta trepadora es cada vez más demandado en estas fechas en torno a la celebración de Difuntos o el exitosamente importado Halloween (palabra que surge del inglés "all hallows eve", víspera de Todos los Santos, el 1 de noviembre para los católicos).

Para tener una buena cosecha hay que ser previsor y pensar en el cultivo unos cuantos meses antes, cuatro al menos. Se puede realizar semillero más bien en la primavera avanzada y en fechas cálidas para tener asegurada la germinación. Una vez que se logre una planta de un tamaño considerable, es hora de llevarla al huerto. Esto debe y puede hacerse hacia junio. La cuestión es disponer de suficiente espacio, aunque sea sólo para media docena de plantas, porque la de la calabaza y todas sus variedades (la violín es una de las más extendidas en Asturias junto a la común, la redonda de gran tamaño, también llamado calabazón) crecen mucho a lo largo y son capaces de extenderse varios metros. De que tenga el suficiente espacio para expandirse depende que el fruto madure en condiciones.

Así las cosas, hacia septiembre ya es posible arrancar las primeras piezas para comer. Pero es entre octubre y noviembre cuando las plantas alcanzan el auge de producción. Algunos consejos: evitar la humedad continua en la huerta para que no se pudra la calabaza; una vez quitada, dejarla en un sitio seco y algo soleado para completar la maduración; las piezas grandes, trocearlas y empaquetarlas para congelar o consumir poco a poco; acordarse de separar semillas para la próxima cosecha. Y en estas fechas, reservar las calabazas más grandes para vaciarlas y convertirlas en farolillos terroríficos al estilo de los que portaba el irlandés Jack. Los que las hayan cultivado, lo dicho, están de suerte: la demanda crece cada año.

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