¿Quién dijo que el beige era un color aburrido? La llegada del otoño vuelve a poner de actualidad toda una gama cromática que abarca los colores de la tierra, de los frutos de la época y de las hojas que caen de los árboles.
El beige tiene mil definiciones. Hay quien lo asocia al blanco sucio, castaño claro, marrón claro, ocre anaranjado o incluso rosa suave. Desde el punto de vista técnico se trata de un naranja muy claro cuyo referente original es la coloración de la lana cruda, sin teñir.
Incluso se le conoce como color "café con leche" debido a su analogía con la tonalidad de la bebida. El caso es que este año el armario no estará completo sin una prenda beige o por lo menos perteneciente a esa amplia gama de los tierra. Un abrigo, un chaquetón, una capa o un trench para la lluvia son algunas de las opciones pensadas para perdurar en el vestuario.
Y es que lo bueno que tiene este color es que si bien, a veces no es especialmente actual (no es el caso de esta temporada), nunca parece desfasado.
Otra de las ventajas es que combina con las tonalidades más extravagantes, entre ellas el verde lima o el amarillo limón. Eso sí, si existe una tonalidad que hace buenas migas con el beige es el gris en todas sus versiones. El tándem es infalible y siempre denota un cierto toque de exquisitez en el vestuario femenino y también en el masculino.
El marrón, pariente cercano del beige, es otra buena elección en esta época del año. Comunica credibilidad y estabilidad. Dicen los especialistas en cromática que, por lo general, todas estas tonalidades cercanas a la naturaleza reducen el estrés e invitan a la comunicación. En función de los colores elegidos para combinar el beige se crean distintos estilos que van de lo informal a lo más sofisticado.
Un pantalón, una falda o un buen suéter beige son algunos de esos básicos que no pueden faltar en el vestidor, junto a una buena blusa de seda.
El misterio de este color nunca deja de sorprender: pasa desapercibido y a la vez siempre causa buen efecto.
