La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Comidas y bebidas

Los capones de Falstaff y los vinos de Gourmets

Los capones de Falstaff y los vinos de Gourmets

Siempre soñé compartir la mesa con Falstaff, enorme montaña de carne y uno de los grandes personajes de Shakespeare. Probablemente, como sostiene Harold Bloom, a igual medida que Hamlet y un palmo por encima de los restantes. Al viejo Falstaff no cuesta imaginárselo en cualquier Navidad arrastrado por las tabernas, igual que a Orson Welles que lo encarnó en el cine como si ambos formaran parte de un mismo pellejo. Welles nació para ser Falstaff, no sólo debido a la semejanza física, sino por esa voz rica y sonora, y la experiencia de vida compartida. Ambos vivieron bien, mostraron su desacuerdo con el poder y no pararon de endeudarse. Bebieron y comieron. Los dos sabían también qué era la decepción: uno de los momentos más sublimes en la carrera como actor del cineasta es esa expresión de su rostro en la coronación de Enrique V, cuando clama: "Dios te salve, mi dulce niño", y el rey le responde: "No te conozco, viejo". Yo no hubiera renunciado a ser amigo de un truhán como Falstaff. Hubiera aceptado cualquier invitación para compartir un asado y un tonel de Madeira si hiciera falta. Me habría gustado, ya digo, coincidir con él en alguna de esas celebraciones navideñas envenenadas por sortilegios paganos de Stratford-upon-Avon.

John Falstaff y sus perillanes. Ya saben, barriles de vino y escaleras vertiginosas, perros ladrando y mozas riendo. Transportémonos por un momento al viejo mundo de los Tudor y hagamos un pequeño inciso para recordar que en aquella época florecieron los villancicos como una manera de celebrar la natividad y difundir su historia, y que este tipo de celebraciones tuvo, sin embargo, un abrupto final en el siglo XVII, cuando los puritanos prohibieron todas las festividades que incluían la Navidad. Los villancicos se mantuvieron prácticamente fuera de la circulación hasta que en la era victoriana se reintegró el viejo concepto inglés navideño que incluía las canciones tradicionales del repertorio y algunos nuevos éxitos. Pero en los apetitos desordenados de Falstaff cobran vida el jerez, el vino de Canarias y los capones. Los capones eran unos pollos de carne fina, que castraban a los cuatro meses antes que comenzaran a engordar y se sacrificaban cuando pesaban de tres a tres y medio kilos. Un día, estando Falstaff dormido, Hal le pide a Poins, su compañero, que hurgue en sus bolsillos a ver qué trae. Para su sorpresa, encuentra el papel donde anota lo que ha gastado en comer y beber. Poins lo lee en voz alta: "Un capón, dos chelines y dos peniques. Dos galones de jerez, cinco chelines y ocho peniques. Anchoas y jerez para después de cenar, dos chelines y seis peniques. Pan, medio penique". "Medio penique de pan para una intolerable cantidad de vino", se lamenta Hal. Así era John Falstaff y así era también Welles. Vidas paralelas. Merece la pena acordarse de esta clase de personajes en Navidad.

Guía de vinos Gourmets. La 33 edición de la Guía de vinos Gourmets ofrece el mejor escaparate para elegir buenas referencias al precio que cada cual considere adecuadas. Se trata de un trabajo exhaustivo. No conozco ninguno que lo supere. En ella hay información sobre 4.160 vinos catados a ciegas con sus característica y precios; 1.671 comentados y calificados y 1.132 bodegas enumeradas. Una barbaridad. Nadie que esté interesado en los vinos debería perdérselo. Por más de un motivo. En primer lugar, Gourmets es una casa seria, comprometida con la gastronomía desde hace décadas que me merece toda la confianza que pueden ofrecer las publicaciones de este tipo. En su caso, la máxima. Entradas detalladas, con buena información práctica. Un surtido de etiquetas en imágenes para reconocer los mejores vinos de su cuadro de honor, y una cubierta plastificada que permite manejar el libro en las peores circunstancias sin dañarlo. Proliferan los mapas en las denominaciones de origen, y la guía se empeña en seguir siendo pedagógica en todos los aspectos que atañen a la elaboración y la crianza de los vinos. Lo más inteligente en una guía de estas características es no dar por sentado que los lectores manejan ya información, al contrario es ofrecérsela aunque sea redundando en ello. Lo que cualquiera querría saber sobre el vino está en la completísima y documentada Guía de Vinos Gourmets 2018. Un gran manual.

Compartir el artículo

stats