Sophia Loren, Jane Birkin y Audrey Hepburn son algunas de las glorias del celuloide que no escaparon al encanto de un cesto, de día y de noche. Esta clase de piezas, realizadas en mimbre, rafia o paja, regresan por la puerta grande, pegadas como lapas a las colecciones de alta costura que se han visto en París, Milán, Londres y Nueva York.
Algo tiene el cesto que lo hace irresistible. Tal vez sea ese encanto rústico que le permite codearse "de tú a tú" con unos tejanos o un vestido hippie chic, y a la vez plantarle cara a un estilismo de noche, con lentejuelas incluidas.
Entre las nuevas gurús de la moda que ha caído rendidas a los pies de las cestas se encuentra Olivia Palermo. La neoyorquina, que convierte en oro y tendencia todo lo que se pone, luce sin parar este tipo de piezas, con la consiguiente satisfacción de las marcas a las que promociona.
Una de las casas más interesantes del panorama actual es Nannacay. Sus piezas se caracterizan por ser sencillas, bellas y fáciles de llevar.
En realidad, Nannacay es un proyecto de moda social que también ha asumido el objetivo de ayudar a personas de comunidades indígenas a desarrollar su potencial creativo.
Cada bolsa tejida está hecha a mano a partir de fibras libres de químicos, adquiridas a lo largo de la costa peruana por una comunidad de artesanos. La colección de Nannacay's Resort incluye, entre otros, el bolso Baby Roge Pompom y el modelo Corfú.
En España, Huelva, y en concreto la comarca del Andévalo, sigue siendo uno de los puntos de referencia en la fabricación de cestos, debido a la abundancia de cañaveral. El sur de Portugal le va a la zaga, con marcas que cada vez tienen más prestigio en los mercados internacionales.
Para la mayoría de las mortales lo más cómodo y recurrente será, seguramente, acudir a una de esas cadenas de moda a precios asequibles en las que es posible echar a volar la imaginación y la tarjeta de crédito. Una cosa está clara: este verano quien carezca de cesto será porque quiere.
