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La alegría de la huerta

La naranja que sangra, de moda y de temporada

La sanguina busca hueco entre limones y mandarinas

Naranjas sanguinas y su zumo. M. RIERA

Tener un limonero en la huerta en Asturias es tener un tesoro. No hay que hacerle mucho caso, no requiere grandes cuidados y con un poco de suerte da frutos prácticamente todo el año. Algo muy útil para refrescarse con una sabrosa limonada casera en verano, y curar la tos y el catarro en invierno si se mezcla el jugo con miel. El limón es uno de los cítricos que mejor se da en la región junto con la naranja. Un paseo por un pueblo durante estas fechas incluye seguro encontrar un árbol cargado de frutos en el jardín o el huerto. Están de plena temporada, junto con la mandarina, otra habitual de los mostradores de las fruterías y los puestos de los mercados por estas fechas.

Sin embargo, a estos clásicos se le ha sumado recientemente una nueva compañera: la naranja roja, también llamada sanguina -sanguinello es su variedad cultivada en España-. Popularmente se la conoce como la naranja que sangra o de sangre, algo que nada más partir la pieza en dos se sabe por qué: su pulpa naranja oscuro está atravesada por vetas rojas. Esta naranja está de temporada hasta mayo y aunque por su aspecto muchos piensan que es una fruta artificial, para nada: es una mutación natural de la común, provocada principalmente por los bruscos cambios de temperatura a los que se somete la fruta. La española sanguinello es una variedad relativamente joven y compite con dos italianas, que se producen principamente en Sicilia, aunque también hay naranjas rojas en California.

Se recomienda principalmente como postre, tanto para comerla sola o como ingrediente de múltiples recetas. Pero no hay que desprenciar su zumo: aunque se requiera echar mano de alguna pieza más para lograr un buen vaso, merece la pena. El líquido rojo, parecido al del pomelo, sabe algo más dulce.

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