Vivir en un castillo en pleno parque natural de Cabo de Gata (Almería) es posible, siempre y cuando se disponga de algo más de 3 millones de euros. Es el precio al que se vende la fortaleza de San Ramón, del siglo XVIII y ubicada en un paraje de ensueño: el Playazo de Rodalquilar. Cuentan que Carlos III mandó construirlo para defender las minas de oro del pueblo, ubicadas hacia el interior, a un puñado de kilómetros. El castillo está a pie del mar: un agua cristalina como toda la que baña la costa del parque natural almeriense, uno de los pocos oasis de paz y tranquilidad que quedan en el litoral mediterráneo español. Y es que su especial orografía, quizás poco amable, marcada por un paisaje árido, de origen volcánico, ha provocado que el turismo de masas prefiera asentarse en otras zonas "más cómodas" fuera de las fronteras de este paraje, defendido y conservado además con uñas y dientes por sus vecinos.
El castillo de San Ramón se alza en uno de los rincones más privilegiados de Cabo de Gata. Si uno no se puede instalar dentro (que será lo más posible), sí que puede disfrutar de su entorno y sus espectaculares vistas al Playazo, una playa que nada tiene que envidiar a las más famosas de Gata como Mónsul o Genoveses. Cuenta con un pequeño chiringuito y acceso rodado desde Rodalquilar, antiguo pueblo minero ahora volcado con el turismo en el que perderse por las antiguas y un punto misteriosas casas abandonadas de los trabajadores, visitar las viejas explotaciones o elegirlo para comer, dormir o tomar algo. En julio, además, suelen organizar un festival de música con la iglesia como escenario. Desde las minas, un camino de tierra hacia el interior conduce al Cortijo del Fraile, unas ruinas históricas en cuyas proximidades, en 1928, tuvo lugar el llamado "crimen de Níjar", que inspiró "Bodas de Sangre" de Lorca.
Por la costa, desde el castillo de San Ramón se puede ir a pie hasta Las Negras por un cómodo sendero -con acantilados de infarto, eso sí-, donde está el único camping del parque natural y hay un puñado de bares a pie de playa idóneos para acabar la jornada al ponerse el sol.
