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La alegría de la huerta

El laurel, para la olla y la misa

Las primeras ramas floridas se lucirán en unos días en el Domingo de Ramos

Laurel a punto de florecer. MARIOLA RIERA

No es difícil encontrar alguna receta de salsas o guisos que no incluya añadir hojas de laurel, ese árbol que prende y crece sin mayores problemas en prados, jardines y huertos asturianos. Ahora está a punto de florecer, y en muchas ramas asoman ya los brotes a punto de abrirse. La floración plena se alcanzará en la cercana primavera, pero son lo más madrugadores los que adquieren ya protagonismo con el Domingo de Ramos a la vuelta de la esquina. Es habitual en Asturias acudir a la bendición, aparte de llevar las tradicionales palmas secas, con manojos de ramas de laurel floridas. También de olivo, aunque por tierra asturiana es más difícil encontrarlo plantado y fresco.

La ornamentación es el fin más habitual de las flores del laurel, no así de las hojas, a mano todo el año para echar a la olla por sus características aromáticas y de gran sabor. Hay que tener cuidado, alertan los cocineros, pues excederse en la condimentación puede arruinar un plato por el potente sabor de las hojas, tanto verdes (recién cogidas del árbol) como secas (si es que se han cosechado y guardado convenientemente).

El árbol de laurel se planta directamente en el suelo y crece sin mayores problemas. Puede aguantar bien las bajas temperaturas, aunque es conveniente buscarle un sitio recogido, libre de las embestidas del viento y que disfrute de unas cuantas horas de sol al día.

Dice el refrán que quien planta un laurel, no lo ve crecer, precisamente por ser de lento crecimiento, el cual se extiende durante años. Deberá pasar mucho tiempo: décadas, para que el árbol alcance la plena madurez, pero ya desde pequeño es útil y sus hojas perennes pueden utilizarse al poco de ser plantado. Es necesario podarlo para controlar su expansión o bien para darle la forma deseada (en forma de bola es lo más habitual), lo que permite utilizarlo de adorno en muchos jardines. Nunca se pasa de moda.

En la cocina, lo dicho, guisos y salsas gustan de llevar incorporados unas hojas de laurel, que luego han de retirarse, pues no son comestibles.

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