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Escapadas

El mejor guía del Luberon

La muerte de Peter Mayle deja huérfanos a miles de viajeros

Peter Mayle. PETER MAYLE.COM

Pocos han sido en las últimas dos décadas los viajeros que han ido al sur de Francia sin llevar bajo el brazo "Un año en Provenza" de Peter Mayle, o bien con alguna referencia de este exitoso libro que ha contribuido a hacer de esa tierra, más si cabe, un paraíso de sol, de viñedos y lavanda, de trufas y fruta fresca, de buen vino y mejor mesa, destino inevitable para todo bon vivant.

El escritor británico murió con 78 años en enero en un hospital cercano a su casa en los alrededores de Lourmarin, en un pueblo que bien se cuidó en los últimos años de mantener en secreto después de su primera etapa asentado en Ménerbes. En el idílico Luberon recaló a finales de los 80 para escribir una novela y lo que alumbró finalmente fue una suerte de guía, escrita en plan diario de todo un año, que habla tanto de sus pueblos y la forma de vida de sus gentes, sus costumbres y rica gastronomía, como de la complicada y lenta burocracia francesa o del estado (más bien abandonado) de las pequeñas carreteras alejadas de la costa.

Tal fue el éxito de "Un año en Provenza" que Mayle se encontró de la noche a la mañana con hordas de turistas de todo el mundo merodeando por su granja, haciéndose fotografías, llamando a la puerta para que les firmase el libro e incluso bañándose en su piscina, tal y como él mismo relataba con humor. Se fue agobiado, pero regresó a los pocos años al Luberon.

El libro, citado incluso en guías turísticas al uso, es la mejor forma de adentrarse en Vaucluse, departamento interior de Provenza y el que mejor reúne la idea que se tiene de esta zona del sur francés. Al estar distribuido por meses, lo más práctico es abrirlo por las páginas dedicadas a la fecha del viaje. Así se sabrá a qué se dedican en ese momento sus orgullosos habitantes. La antigua sede papal Aviñón, a orillas del Ródano, es la cabeza del departamento. Junto con la romana Orange, son las dos ciudades más habitadas. El Mont Ventoux anuncia los Alpes y ejerce de guardián de un sinfín de pueblecitos encaramados en pequeñas lomas y repartidos por todo un territorio preñado de viñedos, lavanda y frutales.

En Ménerbes se instaló primeramente Mayle y desde ahí recorrió sin descanso el Petit Luberon, lleno de referencias históricas, interesante patrimonio y, cómo no, con múltiples mercados en los que abastecer la despensa. La ruta más conocida incluye el misterioso Oppède-le-Vieux, unas ruinas medievales en las que mandó en el siglo XVI un sangriento barón; Lacoste, quizás el más turístico por el imán que supone el casi desaparecido castillo del marqués de Sade; Lourmarin, destino gourmet al que peregrinan los famosos que recalan cada año en el festival de cine de Cannes y antaño sede de la familia de la Condesa d´Agoult, madre de los tres hijos de Franz Liszt y suegra de Richard Wagner; y el bucólico Bonnieux, que alberga el curioso Museo de la Panadería. En todos y cada uno tiene Mayle una anécdota y una referencia de qué comprar en sus tiendas o mercado, y dónde disfrutar de la buena mesa. L´isle-sur-La-Sorgue, Carpentras, Vaison-La-Romaine, Fontaine-de-Vaucluse o el diminuto y bohemio Rousillon (con casitas de color ocre) completan una ruta por Vaucluse que agota los sentidos.

Cómo no, no hay que olvidar Gordes, meca de pintores de todo el mundo y muy cinematográfico: en él se rodó "Un buen año", la película de Ridley Scott inspirada en "Un año en Provenza". Aquí corteja Russel Crowe con Marion Cotillard y se las ve y se las desea para arreglar papeleo con una exquisita notaria francesa. En una de las terrazas en torno a la fuente se conocen ambos personajes, el arrogante londinense Max Skinner y la temperamental francesa Fanny Chenal. Como le sucedió al británico Peter Mayle, ese charme francés, en este caso de cuño rural, resulta vencedor.

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