"Ilusiones" es el título de lo último de Miguel del Arco, un título que es una declaración de intenciones. "Todo es ilusorio. Tenemos una escenografía que está llena de elementos reales, pero que es un contenedor de historias. Miguel del Arco ha querido jugar con retazos de otras escenografías de sus espectáculos porque, simbólicamente, aquí contamos historias: a ver cuál es la que toca esta noche". Todo esto lo explica Daniel Grao, que es un actor que inicia en Avilés, su aventura por la línea más cómica de la vida, que es un actor al que han acostumbrado a mostrar sólo la gravedad de la vida, que es lo que hace en "La catedral del mar" o en "Gigantes", sus dos últimos trabajos para la televisión. Pero también en espectáculos teatrales como "Emilia", de Claudio Tolcachir, o en "Los universos paralelos", de David Serrano.

Grao es un hombre en el punto de mira de los directores más característicos. "Me llamó Del Arco y me dijo que quería trabajar conmigo y dije sí y él intentó explicarme de qué iba e insistí: que sí", confesó el actor que será esta noche el Hombre 1 de esta vida que han inventado Viripaev y Del Arco y que llenarán esta noche el teatro avilesino como en sus mejores momentos.

La de ayer fue una jornada para presentar el resultado del trabajo. Hubo un ensayo general. "Está todo cocido", confesó Del Arco que es un director que, sin embargo, nunca está satisfecho de todo. "Hace diez años estrenamos 'La función por hacer' y cuando la repongo soy capaz de entregar cuarenta folios de notas para los actores", aseguró. "La función por hacer" es el título de la primera producción de los kamikazes que se han embarcado a gestionar un señor teatro a dos pasos de la plaza de Cascorro de Madrid, en el corazón del Rastro. Primero fueron ejemplo para la incipiente escena "off" y, ahora, desde el sector privado, los que han cogido por las solapas a los programadores públicos. Y así las cosas están cambiando. Del Arco habla de ilusiones y es "Ilusiones", curiosamente, el título en el que el director y sus actores centralizan una manera de entender el mundo. "Somos narración, somos palabra", concluye.

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