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El Camino de Santiago, accesible para todos

Beate Steger durante el Camino de Santiago en 2017.

Siempre que pensamos en un peregrino se nos viene a la cabeza una persona con mochila y bastón, pero cada vez son más las personas que deciden llevar a cabo el trayecto sin peso, contratando un servicio de transporte de equipaje entre alojamientos. Hay muchos reticentes que opinan que la mochila es una parte del Camino de Santiago. A pesar de ello, cada uno toma su decisión libremente, ya sea por caminar más ligero o por necesidad, como en el caso de Bárbara Fanegas o Beate Steger.

Bárbara tenía claro que antes de cumplir los 30 años quería hacer un viaje sola y quitarse esa barrera, y el pasado verano pensó que era el mejor momento para hacer el Camino de Santiago de Sarria a la capital gallega. Sin pensárselo dos veces, planificó el viaje y llenó su mochila con lo indispensable porque "quería saber hasta donde podía llegar".

"Sabía que el Camino no es fácil y ver que podía hacerlo, creer en mí y disfrutar de la naturaleza lo convertía en un viaje importante espiritualmente hablando", asegura Bárbara. Este reto fue doblemente satisfactorio para la peregrina ya que tenía que enfrentarse a la superación de sus limitaciones físicas y a la soledad.

Con 14 años, Bárbara superó un cáncer: "Tuve sarcoma de Erwing en la clavícula izquierda que me afectó al hombro. No tengo clavícula por lo que no puedo llevar peso en la parte izquierda del cuerpo. Si no hubiera podido contratar un servicio que me transportase la mochila entre albergues, nunca podría haber hecho el Camino de Santiago con ella a cuestas".

Bárbara, antes de lanzarse a la aventura, investigó las opciones de las que disponía para realizar el Camino y al conocer de la existencia de este servicio fue cuando tomó la decisión definitiva de hacerlo. "Mi familia no quería que lo hiciera por la deficiencia del hombro porque no sabían si realmente podría aguantarlo", recuerda Bárbara. Pero ella, que es muy testaruda, "tenía claro que podía hacerlo y lo hice. Fue un logro muy grande para mí misma el poner mi cuerpo al límite". A pesar de no llevar mochila, el segundo día del braceo a la hora de caminar tuvo una contractura y se quedó prácticamente sin mover el lado izquierdo del torso. "Me asusté mucho porque pensaba que no podría continuar y tuve que buscar un fisio", relata Bárbara.

Consiguió recuperarse y continúo el trayecto. No estaba acostumbrada a andar tanto por lo que los kilómetros se hacían duros. Bárbara sabía que, aunque tuviera agujetas o ampollas, tenía que seguir caminando para poder llegar a Santiago.

Mucha gente le había advertido que era inevitable llorar una vez que llegas, pero no creyó que fuera cierto. "Cuando llegué, me puse a llorar durante dos horas porque no me creía que con mis limitaciones lo hubiera conseguido. Fue un reto constante y no pude evitar emocionarme", recuerda Bárbara. Además, no lo hizo sola, entró junto al resto de peregrinos que había conocido a lo largo del Camino porque "entrar a la Catedral es como parte del final de un compromiso conjunto".

A sus 50 años Beate Steger ha caminado por el mundo haciendo diferentes rutas. Recién divorciada, a los 40 años de edad en 2007, decidió hacer el Camino de Santiago para celebrar su cumpleaños. En 2017, 10 años después, quiso repetir. Esta vez planificó hacer la ruta Muxía-Fisterra por su 50 aniversario. Tres semanas antes de comenzar se lesionó el tobillo izquierdo y no sabía si podría hacerlo. Recurrió al servicio que ofrece Correos, PAQ Mochila, para que le transportase el equipaje entre albergues. "Es un servicio totalmente necesario. La peregrinación es una buena forma de desconectar de la rutina diaria, pero no todo el mundo tiene la capacidad de hacerlo por su cuenta, por lo que un servicio así es ideal para los peregrinos que quieran, pero no tengan las condiciones físicas apropiadas para realizar el Camino sin ayuda", afirma Beate.

Para Beate, el momento de llegar a Santiago fue una satisfacción total, pero admite que la primera vez que hizo el Camino en 2007 tenía unos zapatos nuevos y tuvo muchas ampollas, por lo que unas de las mejores sensaciones "era el momento de llegar al albergue y quitarme los zapatos". Además, la primera semana tuvo que lidiar con las malas condiciones meteorológicas.

A día de hoy, son muchos todavía los que piensan que, si no lo haces con la mochila a cuestas, no eres un auténtico peregrino. "El Camino no es una penitencia, a no ser que lo lleves a cabo por ese motivo. Lo haces para disfrutar, conocer tus limitaciones, pero no tiene que ser una carga extra. Si no existiera este servicio, mucha gente no lo podría hacer", relata Bárbara.

Por su parte, Beate que ya conoce el servicio, se ha convertido en una 'embajadora' de PAQ Mochila que no duda en recomendarle a sus compatriotas alemanes que utilicen el servicio si lo necesitan para hacer el Camino en España, ya que "mi experiencia fue fantástica con ellos".

Cómo recorrer el Camino de forma saludable

El entrenamiento previo y la planificación personalizada de las etapas son piezas fundamentales para que el Camino no finalice antes de llegar al Obradoiro. Eva V. Hevia, fisioterapeuta, comparte las claves y consejos para afrontar esta exigente ruta y lidiar con los contratiempos físicos más comunes.

¿Cómo debe ser el entrenamiento de un peregrino?

Para hacer el Camino de Santiago es aconsejable que el peregrino haga ejercicios de tipo aeróbico, tonificación y estiramienos para fortalecer y flexibilizar la musculatura de piernas, espalda y abdominales. El entrenamiento debe iniciarse al menos tres semanas antes, por ejemplo, realizando caminatas que irán aumentando gradualmente en distancia y dificultad. Los últimos recorridos deben hacerse con la mochila y el calzado que se van a usar.

Sobre la mochila, ¿qué consideraciones deben tenerse en cuenta?

Debe ser anatómica, ligera, cómoda y ajustarse bien con las correas y cintas para que quede centrada en la espalda y no ejerza presión sobre los hombros o región lumbar. En cuanto al peso, la norma es sencilla: menos peso = más rendimiento. Es recomendable que el peso de la mochila no exceda el 10% del peso de la persona. Una carga excesiva puede provocar lesiones y estaría contraindicado para personas con alguna limitación física o si esto supone un agravante de alguna lesión previa. Para ellos, o si se da una lesión repentina, son útiles los servicios de transporte de mochilas y maletas entre alojamientos, como el que brinda Correos. Es una forma de aligerar peso y hacer el Camino accesible para todos independientemente de sus capacidades.

¿Cuál es la mejor manera de planificarse, distribuir las etapas y caminar?

La recomendación general es hacer etapas de entre 20 y 30 kilómetros y mantener esa media constante. Pero la clave es que la planificación sea personalizada, realista y flexible, teniendo en cuenta el estado físico de cada uno. La intensidad deberá de ser moderada, para facilitar la recuperación y descansar unos 10 minutos cada una o dos horas.

¿Con bordón o sin bordón?

Depende de los gustos, pero el bastón de trekking o clásico bordón puede ser un apoyo en los ascensos y bajadas, aportando más seguridad y facilitando la travesía. Incluso es bueno usar no uno, sino dos bastones, para prevenir algunas lesiones de rodilla.

¿Qué otras cuestiones se deben tener en cuenta para realizar el Camino de forma saludable?

Una buena alimentación e hidratación aumentará el rendimiento y reducirá la fatiga y el riesgo de sufrir contratiempos físicos. Además, es fundamental elegir un buen calzado, cambiarse los calcetines mojados y aplicarse vaselina o cremas especiales para evitar la aparición de las temidas ampollas. Estas son las causantes de muchas lesiones en los tendones ya que provocan una alteración antiálgica de la pisada (posición que se adopta para evitar el dolor).

¿Qué otras lesiones pueden producirse?

Sobrecargas musculares, tendinitis, traumatismos, esguinces, fascitis plantar, deshidratación, golpes de calor, rozaduras,... Recomendaría a todos los peregrinos llevar un pequeño botiquín. En el caso de distensiones musculares, los conocidos "tirones musculares", pueden tratarse aplicando frío local y algún AINE tópico (antiinflamatorio no esteroide en gel, crema, aerosol). Para esguinces leves, la aplicación local de hielo, un vendaje compresivo o tobillera y reposo, pueden servir de alivio. En cualquier caso, cuando se trate de lesiones más graves o ante cualquier duda, se debe recurrir al médico o fisioterapeuta. Una parada y una consulta a tiempo pueden evitar problemas mayores.

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