Hoy es protagonista absoluta una casa aislada obra del estudio de arquitectura ÁBATON en la que sorprende la resolución de los arquitectos a la hora de solventar lo que a priori era un inconveniente que dificultaba un proyecto nacido con ansia vanguardista e integradora. Así el sorprendente desnivel desde la calle hasta el fondo del terreno obligó a la construcción de una vivienda en dos plantas, pero también la presencia de roca granítica ayudó a concebir dos estructuras flotantes sobre la propia piedra. Incluso, para plasmar la geometría de la roca el fondo de la piscina es irregular e imita las formas del granito sobre la que se ubica.

La planta inferior de la vivienda se concibió para estar más en contacto con el exterior y con el jardín que se pudo diseñar de una forma más amplia que la que inicialmente parecía permitir el terreno. A la casa se accede desde un lateral, una entrada que además marca la zona central de la edificación. Es el lugar donde nada más entrar un gran vidrio descubre tres hermosas encinas, verdaderas protagonistas, alrededor de ellas se diseñó la vivienda.

La planta superior es donde se sitúan las zonas de estar y de los niños. Esta es la planta vinculada a la piscina. Sobre el salón, la terraza con vistas sobre la sierra y la ciudad, alberga un banco de obra muy profundo que hace las veces de defensa. Algo importante que merece ser destacado es que todas las estancias de la casa se distinguen entre sí mediante la diferencia de altura entre suelos y techos. Un juego de percepciones y sensaciones que ha utilizado materiales como solados de piedra caliza apomazada, muros de hormigón armado y cerramientos de fachada de ladrillo y revestido de mortero de monocapa, cubiertas planas con acabado en grava, carpintería de madera de DM lacado en blanco y en contraste una puerta de acceso a la vivienda de acero junto a otras carpinterías de aluminio lacado hablan de una vanguardia perceptible para el entendido que contrasta con la calidez de la decoración elegida, una composición estética y ética que se nutre de un viaje imaginario por el mundo.

Destaca en el salón una consola de olmo natural de china de finales del siglo XIX, unas esculturas verticales de Indonesia o un juego antiguo de semillas Awale de Mali conviviendo a la perfección con una estantería Viroc y perfiles de acero, un moderno y confortable sofá Sliding con respaldo elevable y un taburete peana en madera de tamarindo de Indonesia junto a unos originales taburetes chinos del siglo XIX.

El resultado es armonioso, sorprendente en la entrada, junto a la escalera que conduce a la segunda planta, donde unos escudos de Papúa Nueva Guinea y unas trompetas senufo realizadas en una sola pieza de Mali conviven con una mesa de despacho clásica de los cuarenta. Contemporaneidad en estado puro que se aprovecha de la luz en toda su grandiosidad para agrandar una construcción de casi trescientos metros cuadrados en una parcela de mil. ¿Quién da más?