La primera indicación de la propiedad del inmueble al equipo del despacho de diseñadores de interior Cota Cero, fue la de proyectar un espacio en el que la calidez fuera la protagonista, ya que se trataba de reconvertir un local destinado en su anterior función como local de oficinas de una empresa inmobiliaria (esto es, un local con escasez de muebles y con paredes, techos y puertas blancos) en una vivienda no habitual, concebida para cortas estancias, destinada para la sociabilidad y las reuniones de amigos.

El objetivo que se pretendía era conseguir un resultado cálido, elegante y distintivo, huyendo de la supremacía cromática del blanco y del estilo minimalista. Un término que, en su ámbito más general, se refiere a cualquier cosa que haya sido reducida a lo esencial, despojada de elementos sobrantes, pero que ha llegado al lenguaje popular para definir un estilo que connota cierta frialdad en sus planteamientos decorativos.

En este contexto, y en referencia a la decoración, Cota Cero optó por la combinación equilibrada de elementos decorativos, apostando por la riqueza de materiales y texturas (metalizados, envejecidos), aplicados en tejidos y tapicerías. Por su parte, en las paredes huyeron de la pintura monocromática y se revistieron con papeles decorativos, con pinturas enriquecidas de pigmentos especiales, e incluso de maderas de diversa textura y procedencia (bonizados, nogal, zebrano, etc.). También aparecen terciopelos y espejos en distintos colores y acabados, metalizados con distintas texturas.

El mobiliario, diseñado por Cota Cero Interiorismo, fue hecho a medida, con ejemplos como la barra y los taburetes del salón, o el cabezal en la habitación principal. En el salón se instalaron sofás de terciopelo morado y pedestales para crear un juego de alturas, una chaise longue de piel en el vestíbulo de entrada, librería con ejemplares antiguos, grandes puertas de madera y vidrio negro para separar estancias.

En cuanto a la iluminación, se optó por la técnica indirecta en fosos perimetrales en falso techo, así como lámparas decorativas que recuerdan el estilo art déco, como la lámpara suspendida sobre la barra del salón o el juego de dos lámparas sobre la mesa auxiliar con acabados bronce y cristal opal.