En la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón se levanta esta vivienda unifamiliar ideada por A-cero Joaquín Torres Architects. La casa, de 900 metros cuadrados construidos en una sola planta, surge rodeada de una cuidada jardinería en una parcela con pequeños lagos y montículos que crean paisaje singular.

Antes de acercarnos a la vivienda, caminamos entre arces sobre gravilla de pizarra y troncos pintados en rojo y negro.

En el interior, un amplio hall con gran protagonisto de velas y cirios sirve como carta de presentación creada por el propietario de la decoración que caracteriza la casa. También las encontraremos en el patio que filtra la luz natural hacia el interior. Un cuadro y un arcón de madera del siglo XVIII completan la estancia de entrada.

En el ala derecha de la vivienda, la parte más pública, se encuentra el salón, de una altura considerable y que tiene dos zonas diferenciadas. La parte de la chimenea la preside un enorme cuadro en tonos rojos de la artista Mercedes Rodríguez, y un brocal de pozo jerezano de Marita Segovia. En la zona de estar destacan unos sofás modelo Ace diseñados por A-cero para Sancal tapizados en 'velvet champán'. Continuando con unas líneas blancas que discurren por la pared pintada de marrón chocolate descuelgan ya en el techo, y en el mismo tono blanco una serie de lámparas en distintas alturas, diseñadas por A-cero en Hi-Macs blanco elaboradas por Cándido Hermida. En la pared también destacan unos cuadros en dorados de Mercedes Rodríguez.

En el comedor contiguo al salón se ha optado por una gama cromática de cobres, dorados y marrones que crean espacios acogedores, a la vez que modernos y sofisticados, en los que no faltan puntos de encuentro que invitan a sentarse y relajarse.

La vivienda presenta su fachada con un diseño exclusivo de volúmenes geométricos en colores naturales que se integra armónicamente en el paisaje: en piedra caliza 'Limestone' combinado con piedra caliza marrón oscuro 'Teak' y piedra caliza beige 'Niwala'. Ambos modelos de la empresa Icimar, orientándolas a las vistas de los lagos y del área arbórea que se extiende por las zonas comunes de la urbanización.

Exterior e interior se integran a través de grandes ventanales, convirtiendo el paisaje en una zona más de la residencia y rentabilizando al máximo la luz natural. Las cubiertas desaparecen convirtiéndose en una azotea plana como expresión de la evolución del proceso creativo. La pureza de formas se traslada al esquema constructivo, a los materiales y al entorno impulsando la unión entre la edificación y el contexto donde se ubica.

Distribución diáfana y funcional

El interior de la construcción destaca por una distribución diáfana y funcional. En el ala izquierda se localizan las estancias más privadas: cuatro dormitorios con sus respectivos baños, un cuarto de juegos y una salita de estar.

La cocina, de un tamaño no excesivamente grande y muy práctico, comunica con el comedor, la zona de servicio, el office y un aseo de cortesía. Una ubicación perfecta por la comodidad que ofrece su acceso a través de todas estas estancias.

La construcción se rodea de un paisajismo compuesto por lagos, aves y una gran extensión de árboles que forman parte de las zonas comunes de la zona residencial. En el jardín, diseñado por el propio estudio A-cero y ejecutado por la empresa CASLA de jardinería, destacan las extensiones de bojs, combinadas con grava de piedras oscuras (pizarra) y arces japoneses en un contraste de colores. Asimismo, una serie de montículos de césped se elevan alrededor de estanques cubiertos de nenúfares.