Esta extensión de 23,5 metros cuadrados, pese a lo que parece, no está pensada para ganar espacio sino para poner orden en una casa cuya primera planta había dejado de usarse justamente porque era un batiburrillo incómodo de habitaciones oscuras y desordenadas con un invernadero sin aislamiento que no cumplía su función.

La vivienda está en Hackney, al lado de Victoria Park, uno de los más grandes de la capital británica, y forma parte de un conjunto de casas de ladrillo construidas en el periodo de entreguerras en el Londres más obrero, una zona marginada y gris que ahora, tras Shoreditch o Brixton, es el nuevo barrio de moda en el este de Londres, un hervidero de tendencias, establecimientos eco y mercadillos donde compran juntos inmigrantes multiétnicos y una miríada de hipsters recién llegados.

"Los propietarios -explican sus autores, Scenario Architecture- no nos pidieron ganar necesariamente más espacio, de hecho la nueva casa sólo es 3,5 m2 más grande que antes, sino que se adaptara mejor a sus necesidades".

En el lugar del viejo invernadero se levantaron la cocina comedor y un salón con chimenea. Los cerramientos, correderos y plegables, se hicieron con madera pintada de negro y se mantuvieron en zigzag para seguir la huella de la casa anterior y conseguir más fácilmente los permisos de obra.

La entrada a la casa se rediseñó para dejar las bicis y los zapatos en unos arcones-asiento, se demolió una pared para permitir el paso y la vista hacia la cocina y se instaló una "chimenea ventana´´ de doble cara.

Una casa más japonesa que británica tras los anodinos ladrillos del nuevo barrio cool.