La Coruña, Isabel Bugallal

Pocas veces se habla de la revolución que supuso la República en la moral y en las costumbres. Isabelo Herreros cuenta en «La conquista del cuerpo» (Planeta) las transformaciones que trajo el régimen en 1931: proliferaron las sociedades nudistas, hubo educación sexual, se discutió abolir la prostitución, se aprobó el divorcio y hasta la lencería se sofisticó, según contó ayer Herreros en el Ateneo Republicano.

-¿La República trajo una revolución sexual ?

-La República y la Guerra Civil se han estudiado desde el conflicto, pero rara vez nos han contado cómo vivía la gente, sobre todo en este aspecto, producto de la eclosión de libertad que se vive. Coincide, además, que son los años de la llegada a España del cine sonoro, y la apertura de numerosos cinematógrafos, y del jazz y el auge de las salas de espectáculos. En las principales ciudades españolas se podían ver los mismos espectáculos que en París, Berlín o en Nueva York de forma casi simultánea y el desnudo aparece como algo normal en el mundo del espectáculo.

-Y surge el nudismo.

-Hay un movimiento nudista interesantísimo. Surgen sociedades nudistas, con sus playas y piscinas, y numerosos libros divulgativos y revistas. Casi todas estas sociedades tenían sus medios de expresión y abordaban también la educación sexual, otro aspecto fundamental junto con una serie de medidas legales como la reforma del matrimonio y el divorcio o la despenalización de la homosexualidad y del adulterio. Junto a todo esto hay toda una política destinada a la educación sexual. Mujeres como Carmen de Burgos o la famosa Hildegar encabezan estas asociaciones que fomentan entre la juventud la educación sexual. Son años también en los que se conoce la eugenesia, un movimiento de carácter internacional, que es lo que hoy llamaríamos planificación familiar.

-¿Las sociedades nudistas solían estar ligadas al anarquismo?

-No exclusivamente, lo mismo que en la educación sexual, aunque es el movimiento que más se ocupa de estos temas. Los partidos republicanos de izquierda y los anarquistas eran la vanguardia: los socialistas eran más remisos.

-Hasta la lencería femenina se hizo más sugestiva, dice usted.

-Sí, hay un importante florecimiento de la moda y la lencería que se ve en las tiendas de París o de cualquier otra ciudad importante también llega a España.

-Tiempos en lo que se discute sobre la prostitución.

-Hay grandes debates sobre la prostitución -hay posturas abolicionistas- e incluso se proyectan películas que abordan esta cuestión. También hay una lucha contra las enfermedades sexuales, y Casares Quiroga impulsa desde el Gobierno una serie de medidas para prevenirlas.

-El erotismo y la pornografía llegan a la prensa ilustrada y a la literatura.

-Es sorprendente la cantidad tan tremenda de colecciones de relatos eróticos o pornográficos, a veces un poco chabacanos, que hay en estos años. Toda esta literatura contribuye a socializar al pueblo.

-¿El travestismo y la homosexualidad estaban bien vistos?

-Sobre todo en determinados círculos de intelectuales, de escritores y artistas. La República despenaliza la homosexualidad; hasta entonces, se les aplicaba el Código Penal por escándalo público, igual que al lesbianismo. Se estrenan en España por esa época películas que abordan el amor entre mujeres, como «Muchachas de uniforme», y por primera vez se ve el desnudo integral en filmes como «Éxtasis». El travestismo, en aquella época, era muy corriente. A los travestidos se les llamaba «transformistas». Eran artistas, en la mayoría de los casos hombres homosexuales que imitaban a cantantes femeninas de la época. Hubo transformistas famosos como Lluís Serracant, que inspiró la película «Flor de Otoño» (1978); o la Asturianita y otros, sobre todo en Barcelona.

-Hubo artistas famosos homosexuales condenados al exilio.

-Miguel de Molina se tuvo que ir al exilio. Y Angelillo, un cantaor de copla incluso más conocido en aquella época, fue igualmente perseguido, como lo sería todo el que era un poco afeminado.

-Flor de un día. Duró poquísimo la alegría.

-Efectivamente, todo se acaba en 1939 y la Iglesia católica vuelve a campar por sus respetos y a dictar las normas de moral, de conducta y hasta del Código Penal.

-Con ley de Vagos y Maleantes.

-Los homosexuales sufren una persecución brutal. Antonio de Hoyos y Vinent, un aristócrata que militó en el anarquismo y era escritor de novelas eróticas, era un homosexual muy conocido. Murió en la cárcel, en Madrid, en 1940, después de ser torturado. Y otro escritor erótico, Álvaro Retama, sobrevivió de mala manera.

-Se impuso el nacionalcatolicismo.

-Y se acabó la fiesta. De algunas cosas no nos hemos recuperado todavía. Aún no hay una verdadera educación sexual.