Pilar G. DEL BURGO

Emilio Duró es consultor de Alcatel, Sanitas, Vía Digital, Pronovias y Zurich entre otras empresas, y directivo de Martini y Yoplait. Este economista y máster por Esade que también ha sido profesor en la Universidad de Navarra y la Pompeu Fabra y es asesor de Adolfo Domínguez, afirma que el «secreto está en no tener miedo a equivocarse».

«No es verdad que se aprenda de experiencias negativas, como nos han contado siempre de que la letra con sangre entra y de que hay que aprender con dolor, no es verdad... las experiencias negativas causan miedo y el miedo es la primera causa de fracaso en la vida», afirma. Emilio Duró es asesor de grandes empresarios y desde hace unos años imparte conferencias a profesionales para sembrar entre sus oyentes el pequeño grano de mostaza de la confianza interior que, con el tiempo, se convierte en un árbol de grandes ramas donde hasta los pájaros se cobijan.

Duró tiene un entusiasmo desbordante que conquista a diario. Este nuevo santón del optimismo, que no tiene un pelo de ñoño, afirma que lo más importante de la vida como los padres, los hijos, la pareja... no se escogen con la razón. El economista afirma que la gente fracasa porque pierde las ganas de vivir, la ilusión y el entusiasmo al levantarse cada mañana, y afirma que las personas que ríen viven un 21% más que las que no lo hacen.

Duró tiene muy claro que la energía se copia y que hay gente positiva que carga de vitalidad, y otros que son auténticos cenizos. Alerta de que la mala suerte se pega y que con este tipo de personas, la mejor victoria, dadas las circunstancias, es una retirada a tiempo.

Duró tiene claro -y así lo hace saber a las audiencias a las que se dirige- que partir de los 12 años se aprende poco o casi nada y que el mundo es joven. «El mejor invento de la vida es la muerte porque tiene que morir lo viejo para que salga lo nuevo».

A Duró le gusta hostigar a los asistentes a sus charlas y pincharlos para que reflexionen sobre la poca vida que les queda. «Tienes que aprovecharla -dice siempre en segunda persona-, nadie te la puede amargar porque la vida depende de ti». «Cuando sabes que vas a morir -destaca- pierdes el miedo a todo, por eso no hay derecho a no llevar una vida apasionante».

A los empresarios les habla de la nueva especie de zombies que habitan en el mundo: gente que se murió a los 20 años aunque los entierren a los 90, para alertarlos de no caer dentro de esa especie.

En su alocución, en la que mezcla con originalidad y humor su peculiar visión de la genética y de la evolución de la especie, Duró recuerda que nuestro origen se remonta a una bacteria que vivió hace 120.000 millones de años que sólo realizaba dos funciones: alimentarse y dividirse, cuando envejecía, para reproducirse. «Las dos primeras bacterias -explica- quisieron comerse la una a la otra, pero vieron que ése no era un buen camino y decidieron hacerse amigas y poner en marcha el primer elemento del código del trabajo en común, que es el espíritu solidario; y luego el segundo, que es la falta de egoísmo o apoptosis: morir para regenerar nuevos elementos.

En su entretenido discurso evolutivo, Duró explica que la ley mágica de la genética la marca el tiempo que una especie dedica a vivir y a reproducirse, «por eso, agrega, «cuando cualquier especie supera la tasa de dos y pico hijos desaparece y no hay más».

Pero su exposición contiene una relevante salvedad: la especie humana, «que es la única que se lo ha saltado», indica, para añadir que el hombre aprendió a convivir hace 12.000 años, a escribir hace 3.000 y a escribir masivamente no hace ni 50 y que antes «no había depresiones porque no había tiempo».

Para borrar cualquier atisbo de creencia sobre la dignidad de nuestros antepasados, el economista recuerda que venimos del hombre que robó comida y del desertor que se escondió para no ir a la guerra, «que fueron los que sobrevivieron; no el que regalaba la comida o el que luchaba por la especie... ésos murieron».

Y en este punto alude a la relación que hay entre la mala leche y el ascenso en la empresa. «Los jefes no son jefes porque su coeficiente intelectual sea mayor, sino porque su mala leche es mayor», agrega. La flecha que encaja en el centro de la diana de su discurso es que la primera característica para triunfar en la vida es el ejercicio físico: una hora al día para luchar contra el impulso de la genética de comer y beber como descosidos para morir pronto.

El segundo es la pasión, la ilusión y las ganas de vivir con las que uno se despierta cada mañana.

«No hay peor putada en la vida que el que te vaya bien un trabajo y que no te guste», afirma, para resaltar a continuación que en estos casos es necesario un cambio, porque trabajar en algo que a uno lo apasiona es la mejor fórmula para ser feliz. En esta misma línea, Duró indica que los optimistas rinden entre un 65 por ciento y un 100% más.

Otro de los aforismos que le gusta expresar en sus charlas es que la felicidad tiene mucho que ver con la ausencia de éxito.

También asegura que un 80% de las enfermedades las produce el cerebro de la supervivencia, «que prefiere una enfermedad grave que un estrés que no pueda controlar». El cerebro usa el cuerpo para expresar las enfermedades, «que son el efecto no la causa», explica.