El rey don Juan Carlos pudo cumplir ayer con el protocolo exigido por la celebración de un almuerzo en el Palacio Real en honor de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ayudándose con muletas en los momentos en que ha tenido que permanecer de pie, tanto al recibirla como en los saludos previos a la comida.

El Monarca anunció la semana pasada en la Cumbre Iberoamericana de Cádiz que esta semana, probablemente mañana, será intervenido quirúrgicamente de la cadera izquierda, en lo que será la décima operación a la que tiene que someterse, la tercera de la cadera.

La hermana del Rey, la infanta doña Pilar, fue la que ayer mencionó la fecha de la intervención, pero la Casa del Rey guarda silencio sobre este extremo, y fuentes oficiales se limitan a recordar que tendrá lugar esta semana, tal como anunció el Monarca. En cualquier caso, faltan pocos días para que don Juan Carlos pase por el quirófano.

Tras situarse en el centro de la estancia, dejo una de las muletas y dio unos pasos para saludar a la presidenta brasileña, al ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, y al titular español de Exteriores, José Manuel García-Margallo.

Los cuatro posaron para la prensa y después se dirigieron al salón del Nuncio, antes del saludo, ya en el salón Gasparini del Palacio Real, a una representación institucional de las delegaciones española y brasileña. En este saludo protocolario, al hacerse de pie, el Rey tuvo que emplear también las muletas.

A su lado estaban la presidenta Rousseff, la reina Sofía y los Príncipes de Asturias, ante quienes pasaron los representantes de las principales instituciones, como los presidentes del Congreso y el Senado, del Tribunal Constitucional y cuatro ministros, los titulares de Exteriores, Fomento, Industria y Educación.

También saludaron a representantes de la delegación brasileña y a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.

En el almuerzo, al que asistieron un centenar de invitados, se sirvieron unos huevos escalfados con pasta, lomos de lubina al vapor con salsa de orégano y suflé frío de mandarina con caramelo.

El Rey, eso sí, se lo toma con deportividad y buen humor. Aún resuenan los ecos de su primera intervención ante los mandatarios iberoamericanos, en el arranque de la Cumbre que se celebraba en Cádiz, cuando anunció que le era necesario pasar de nuevo «por el taller». «Aquí me tiene», le dijo al presidente colombiano, «un poco tullido». Según el Diccionario de la RAE el tullido es el que «ha perdido el movimiento del cuerpo o de alguno de sus miembros». Así pues, el Rey exagera.

Los detalles los ofreció ayer su hermana Pilar de Borbón cuando explicó a los periodistas, con notable capacidad divulgadora, que la dolencia del Monarca «es una artrosis genética que padece toda la familia». Es una operación «mecánica», añadió la Infanta. No iba descaminado don Juan Carlos cuando hablaba coloquialmente del taller.

La hermana del Rey de España, que ayer inauguró en Madrid el tradicional rastrillo, manifestó que fue directamente él quien le comunicó su próxima operación, a la que ella ha querido restarle importancia.