El hecho de que Carmen Polo, la mujer más poderosa del franquismo, tenía una desmedida afición por las joyas no se discute, pero la «leyenda negra» respecto a que «arrasaba» en las joyerías madrileñas, sin que sus propietarios cobraran nunca el importe fue un rumor nunca confirmado, según se apunta en el libro «Carmen Polo. La Señora de El Pardo», de Carmen Enríquez. Lo que sí confirmaron incluso algunos allegados al propio Franco, era cómo una de sus íntimas amigas se «paseaba» por adelantado a estas visitas aconsejando a los joyeros que hicieran algún regalo a Carmen Polo, informa «Efe».

Uno de los episodios que mejor retrata su desmedida afición por las joyas, según la periodista, es la que relata el nieto mayor de Carmen Polo en el libro «La naturaleza de Franco»: tras celebrar sus bodas de oro, la «Señora» quiso cambiar las alhajas que le habían regalado por este motivo familiares y allegados por un diamante de gran tamaño y valor que había «fichado» en una joyería. Pero, para completar el alto precio del diamante (entre 8 y 9 millones de las pesetas de entonces), necesitaba, además de las alhajas que le habían regalado, dinero que pidió a su marido pero que éste le negó. Otro testimonio recogido en el libro de los tesoros acumulados por la mujer de Franco procede de Jimmy Giménez-Arnau, que fue marido de Merry, una de sus nietas, y que aseguró que existía en la casa familiar un cuarto de unos 40 metros cuadrados con armarios estrechos en los que se guardaban «collares, diademas, pendientes, guirnaldas, broches y camafeos» de «perlas, aguamarinas, brillantes, diamantes, oro y plata».