Gijón, Teté F. BALSEIRO

La bahía de San Lorenzo, el privilegiado entorno que rodea a la iglesia parroquial de San Pedro, fue testigo ayer tarde del enlace matrimonial del piragüista, doble medallista olímpico y policía de profesión Saúl Craviotto Rivero con la arquitecta gijonesa Celia García Álvarez.

La pareja, que reside en Gijón, protagonizó una emotiva ceremonia adornada por los acordes del trío de violín, violonchelo y clarinete «Sibila», que interpretó temas de conocidas películas como «La misión» y «El mago de Oz», además de otras composiciones de corte nupcial.

La pareja compartió altar con Emma Rivero Tomás, madre del novio, y Javier García Torre, padre de la novia, que actuaron de padrinos, interviniendo, además, a lo largo de la ceremonia los hermanos de los contrayentes, que se encargaron de leer los pasajes bíblicos de la celebración nupcial.

El enlace, que iba a ser oficiado por el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, fue en el último momento dirigido por el párroco de San Miguel de Pumarín, ya que Gómez Cuesta tuvo que ser ingresado por una indisposición. A pesar de ello, el titular del templo escribió una carta a la pareja que se leyó al final de la ceremonia, en la que les deseaba «una gran felicidad», además de entregarles un rosario como regalo de boda.

Aparte de un nutrido grupo de familiares y amigos de la pareja, estuvieron presentes los integrantes del equipo de piragüismo de Trasona, al que pertenece Craviotto, olímpico en dos ocasiones; oro en Pekín 2008 y plata en Londres 2012.

No faltó su entrenador, Miguel García; ni el laureado David Cal, premio «Príncipe de Asturias», además de pentamedallista olímpico, con cuatro preseas de plata y una de oro; Cristian Toro, Carlos Arévalo, Teresa Portela, Javier Herranz, Fran Llera, Perucho... fueron otros de los palistas invitados a la celebración.

El banquete nupcial de la pareja, que eligió a los diseñadores Rosa Clará y Hugo Boss para su vestimenta, se celebró en el hotel NH, en los salones del restaurante Avant Garden.

Allí, además de los inevitables brindis y parabienes y del tradicional corte de la tarta nupcial, les aguardaba una fantástica sorpresa, sólo desvelada a última hora de la jornada: una piragua de más de cuatro metros de longitud hecha de gominolas y chucherías.

Fue la de la canoa una dulce idea de los compañeros de equipo de Craviotto. que quisieron con este detalle darle un toque de humor a la fiesta matrimonial de uno de los deportistas españoles más laureados.

La joven pareja, que pasará su luna de miel entre Vietnam y Bali, estará hoy muy pendiente del fallo del Comité Olímpico Internacional en Argentina, para decidir la sede olímpica de 2020. «Si al final Madrid acoge los Juegos Olímpicos, festejaremos esta fecha doblemente», aseguró Craviotto, que ayer pasó por el aro -y por las arras- del matrimonio.