Raquel L. MURIAS

A Mónica Naranjo nada le gusta más que la música y la cocina. La cantante publica su primer libro de recetas, titulado "Come y calla".

-Aparece en la portada en una bañera de espaguetis, ¿la pasta es uno de sus platos preferidos?

-Pues mira, sí. Yo soy mucho de arroces, de pastas y de verduras, en realidad lo que menos como es carne y pescados, aunque también consumo porque forman parte de una dieta equilibrada. Pero, además, últimamente me han detectado alergia al gluten y lo estoy pasando fatal, aunque, bueno, más se perdió en la guerra y tampoco hay que hacer un drama. No es la primera vez que me ocurre y creo que es un efecto secundario del estrés. Hace años pasé una temporada complicada y tuve muchísimas alergias: a la lactosa, a las fresas, al polvo, a los gatos, al polen?, pero después vino una etapa más tranquila y se me pasó todo. ¡Mira que lo pasé mal sin poder probar el queso! Y es que encima, aunque no lo sabía, casi todo tiene gluten, hasta el fuet. Estaba amargada, pero, bueno, ayer me cené una pasta sin gluten y he de decir que estaba muy buena.

-Para usted comer es el mayor de los placeres, incluso más que el sexo o que dormir, ¿de verdad?

-Comer, sin ninguna duda. Por favor, es el placer más prolongado. A los que nos gusta cocinar el placer nos empieza desde que pelamos la patata o la cebolla, y lo disfrutas porque le pones los cinco sentidos. Lo que más me gusta después de cantar es comer, para mí es una manera de meditar, una forma de focalizar la ansiedad y las frustraciones. Hay gente que necesita sentarse en la postura del loto para relajarse, y yo lo consigo cocinando.

-Su marido es vasco, ¿comparte su gusto por la comida?

-Sí, completamente. El otro día me preguntaba una compañera mía que cómo hacía para que me aguantasen tanto los maridos, y está claro, ella dice que es porque cocino que te mueres. La verdad es que los dos compartimos la pasión por la cocina y eso une mucho, porque lo disfrutas cada día.

-¿Quiénes han influido en su gusto por la cocina?

-Mi abuela, mi madre y mi padre. A mi padre le apasionan los fogones y aunque esté jubilado, como es un culo inquieto, nos hace unos potajes que nos encantan. He tenido los mejores maestros, pero principalmente porque todos cocinan con mucho amor y eso se nota.

-Cuando llega a casa después de muchos días comiendo fuera de casa, ¿qué se prepara?

-Una patata hervida o una cremita de verdura. Cuando llevo meses fuera de casa, me pelo una patata, la hiervo y le echo un chorrito de aceite de oliva virgen, y eso es una maravilla, de verdad.

-Tiene recetas curiosas como el sándwich de atún con piña.

-Sí, a veces me dicen que soy más rara que un perro verde. Pero, mira, las sesiones de estudio se alargan mucho y o pedimos pizza o hacemos sándwiches, y mis compañeros me piden esos sándwiches. Pruébalo porque te va encantar. Coges piña natural bien escurrida y la troceas, después desmenuzas el atún, le hechas una cucharada de mayonesa, lo pones en el pan de molde y venga, ¡a disfrutar! Yo es que hago estas mezclas porque pienso: si me gustan los ingredientes por separado, pues juntos tienen que estar de muerte. Esta combinación es la leche.

-¿Sigue algún tipo de dieta en el día a día?

-La mejor dieta que yo sigo es estar bien de la cabeza, pero en mi día a día recurro a una dieta disociada, que consiste en no mezclar proteínas con hidratos. Si lo mantienes, es lo mejor del mundo, pero el fin de semana... ancha es Castilla. Entre semana cumplo esta pequeña disciplina y así me mantengo. Aunque también es verdad que yo tengo suerte, porque cuando cojo kilos los cojo en bloque y no se me nota mucho. Pero habitualmente mi peso nunca oscila en más de diez kilos, mi barrera está en los sesenta.

-Rafaela Carrá, defensora de la dieta disociada, se atrevió a escribir su recetario también.

-Pues no lo sabía, pero no me extraña. En Italia la pasta se suele preparar con verduras y está deliciosa, así no mezclamos hidratos de carbono con proteínas. Tomarte un buen plato de pasta con verduras es uno de los mayores placeres que uno puede disfrutar.

-¿Por qué no ha puesto fotos a sus platos?

-Pues mira, la verdad es que tengo un montón de recetarios escritos por mí en mi casa a lo largo de la vida y ninguno tiene fotos. Cuando me propusieron hacer este libro, yo estaba fuera de casa, no podía tener la constancia de preparar las recetas y hacerles una foto. Pero como también era un proyecto tan personal no quería que la foto fuese de otra persona. De todas formas me gusta porque hay un movimiento entre la gente joven en el que después de hacer mis recetas las suben a las redes sociales, y me parece algo maravilloso.

-¿Conoce la gastronomía asturiana?

-Hace unos años me fui con mi marido a un balneario a Asturias y tenía una cocina maravillosa, todo tipo de carnes y verduras, pero tengo que decir que el queso cabrales me encanta para hacer salsas: cuando haces una crema con él, el sabor no puede ser más rico; para una carne roja es la combinación más exquisita.

-¿Es de las que se pone el mandil para cocinar en casa?

-Sólo el fin de semana, que es cuando tengo más tiempo, además tengo uno monísimo de estampado de vacas.

-El mejor bocadillo...

-El de tortilla francesa con pan con tomate me vuelve loca. Con un baguette, bien mojadita...

-¿Hace falta volver la cabeza loca para hacer un buen plato?

-Eso es lo que precisamente quise evitar en mi libro, por eso utilizo los ingredientes que suele haber en las neveras españolas: el tomate, la cebolla, el pimiento... Lo que quiero es que todo el mundo pueda hacer las recetas y saber dónde puede comprar los ingredientes.

-¿Por qué "Come y calla"?

-¿Cuántas veces te lo han dicho de pequeña?, ¿no te quedó esa espinita clavada cuando te lo decía tu madre, porque estaba saturada o porque tenía la regla? Pues por eso el título. Es una frase que todos hemos escuchado de pequeños, además callados se disfruta más de la comida, pero, bueno, eso es algo que se aprende con los años.

-Dice usted que la cocina es terapéutica.

-Sí, pero además tiene mucho de cuna. Nosotros éramos tres hermanos y nuestros padres trabajaban fuera, así que los hijos nos repartíamos las tareas: uno planchaba, otro cocinaba y el otro limpiaba. Yo era la encargada de la cocina, y de ahí viene un poco que tus padres te enseñan a ser independiente, y además te sientes importante mientras que ellos te están enseñando a que seas autosuficiente. Es como mi hijo, que sabe cocinar desde hace muchos años y cocina muy rico.

-¿Cuál es su especialidad?

-No tengo una especialidad, yo me pongo y me pongo. Pero mis amigos que son todos unos canallas y unos glotones, me roban las croquetas. Las hago de todo porque es la mejor manera de renovar al alimento. Hoy me sobró pollo y beicon, así que mañana croquetas.

-¿Se puede conquistar a un hombre por el estómago?

-Pues claro, por supuesto, y a una mujer. A mí mi marido me conquistó haciéndome la cena todos los días.

-¿Se atrevería a hacer un programa de cocina?

-No, no me atrevería. El rey de los programas de cocina es Karlos Arguiñano, si estoy en casa yo no me lo pierdo al mediodía. Pero sí que quizá me atreva con otro recetario...

-Esta entrevista me abre el apetito.

-A mí también.