Por favor, que Merche y Antonio vuelvan a quererse. Que Carlitos se enamore de una vez. Que Inés triunfe como actriz y como madre. Y que Toni se convierta en un afamado periodista. Pero no más cuernos, no más traumas, no más droga ni oscuras tramas corruptas policiales con asesinatos. Si no fuera porque hay que levantarse para cumplir con las obligaciones diarias, a buen seguro que muchos de los fans de "Cuéntame" se habrían quedado inmóviles en el sofá, en estado de shock, desde el primer capítulo de esta temporada.

Menos mal que el jueves, al final, pudieron irse tranquilos a la cama. Los Alcántara volvieron a su ser tras diecinueve capítulos de dramones y sufrimiento gratuitos. Gratuitos, sí, porque "Cuéntame" no es un thriller, ni un drama ni una serie norteamericana de suspense que tan de moda están ahora. Los Alcántara son esa familia en la que todo el mundo encuentra a alguien o algo con lo que identificarse. Separaciones, riñas, líos familiares... Un primo o un hermano drogadicto. Una amiga maltratada. Un cuñado con deudas hasta las cejas. En la vida real todo es muy chungo, sí. Pero en "Cuéntame" eso no iba a mayores, siempre se arreglaba pronto y con final feliz.

Un final feliz que llegó, por fin, el jueves, cuando Antonio volvió a ser Antonio, dio un beso a Merche ("Poco a poco", le dijo ésta, dolida con unos cuernos que no vinieron a cuento) y se puso al frente de una familia unida, como antes, después de pasar un mal trago (el de esta vez ha sido demasiado largo y fuerte). Que sigan así, de buen rollo, por favor, la próxima temporada. Y si no, pues siempre nos quedará la abuela Herminia.