La noche del premio "Planeta" había dejado un mal sabor de boca a muchos el año pasado. No por la serena ganadora, Clara Sánchez, sino por las malas vibraciones que crecieron alrededor de la finalista, Ángeles González-Sinde. Había ganas de revancha en lo que a diversión se refiere y con la subida al escenario de la jurado Carmen Posadas para dar el veredicto final los acontecimientos se precipitaron. Primero, porque la siempre elegante escritora tuvo sus más y sus menos con el sobre que contenía el resultado y, segundo, porque los nervios se la jugaron y empezó a decir el nombre del ganador antes que el de la finalista, con el correspondiente momentazo de ver al mexicano Jorge Zepeda Patterson levantándose y volviéndose a sentar. Subsanado el error, hubo otro pequeño lío con los títulos verdaderos de las obras ganadoras: primero se dijo que eran "Milena y el fémur más bello del mundo" y "Mi color favorito es el verde", de Pilar Eyre. Luego hubo que aclarar que no era "y el fémur", sino "o el fémur" (aunque el propio Zepeda decía una y otra vez "y") y que no era "Mi color favorito es el verde" sino "Mi color favorito es verte".

Si a eso añadimos la perplejidad de muchos asistentes por la apuesta arriesgada y sin duda encomiable con los ojos puestos en América al premiar a un periodista combativo, como adelantó LA NUEVA ESPAÑA antes de que se diera a conocer el fallo, y con una novela anterior espléndida ("Los corruptores") pero escasamente conocido por estos lares, tenemos un panorama como mínimo imprevisible. Y jugoso.

La rueda de prensa posterior también dio mucho juego, sobre todo con una Eyre desbordando pasión al relatar la génesis de su novela, según ella autobiográfica, y de cómo conoció al amor de su vida, cómo vivieron tres días de éxtasis sexual, cómo él desapareció en Siria (era corresponsal de guerra francés) y cómo su hijo, Ferran Llisterri, al enterarse de la historia, poco menos que la empujó al ordenador para que la escribiera. "Me dijeron que lo habían secuestrado. La novela trata de mis esfuerzos por rescatarlo". A Eyre no le gustó nada que una compañera de profesión diferenciara entre la novela de Zepeda (dura: corrupción, mafias, prostitución, violencia) con la suya (ante todo una historia de amor) y que la calificara de "edulcorada". Si las miradas matasen...

Zepeda, tranquilo y con el aplomo que dan muchos años en el pescante periodístico diciendo verdades como puños en el convulso escenario mexicano, se comparó con "Pérez-Reverte, Saviano o Larson, tras dos décadas de periodismo creemos que los rincones oscuros de la realidad pueden desvelarse mejor con la novela". Dicho de otra forma: "Contar cuatro veces cómo degüellan a las víctimas o qué hay en el alma de un policía para acribillar a una treintena de estudiantes como si fuera Ruanda cuesta cronificarlo. Hay que ir a la novela".

Pero volvamos a la gran fiesta en el Palacio de Congresos de Cataluña. Aluvión de famosos, famosillos y famosetes del carrusel nacional. En los corrillos previos a la cena se podía ver animadas charlas de pie entre canapé y canapé con un ojo puesto en el interlocutor y otro en los alrededores para certificar que estaban siendo observados. Veamos. Por el Sur anda Risto Mejide con gafas rojas y cara de "miradme, algún día yo ganaré el 'Planeta'". Por el Oeste aparece la presentadora Raquel Sánchez Silva y por el Este, otro televisivo y novelista, Màxim Huerta, más moderado en los colores que el año pasado. (Y otros dos futuribles para llevarse los 601.000 euros, tomen nota). Ángeles González-Sinde se presentó más relajada que cuando quedó segunda. Más, más: periodistas como Marta Robles, Luis del Olmo y Nativel Preciado, exministros como Josep Piqué, escritores de altura como Juan José Millás, mandando recuerdos a sus colegas de este diario; la exitosa María Dueñas, cosiendo las últimas costuras de su nueva novela; Lucía Etxebarría, todo sonrisas, y Reyes Monforte, todo dulzura. Nueva autora en alza: Dolores Redondo. Isabel Gemio y el cocinero Karlos Arguiñano. La bellísima presentadora del desaparecido Canal Nou Maribel Vilaplana, atrayendo todas las miradas, y dos políticos en las antípodas: un bullicioso y estentóreo Miguel Ángel Revilla y un Artur Mas observado con lupa y haciendo de urnas corazón con la ministra de Fomento, Ana Pastor, bien cerquita. Sí, han leído bien: la ministra de las autopistas en una fiesta de libros. Será por lo del fomento de la lectura...