El próximo mes de septiembre, su real majestad Isabel II del Reino Unido se convertirá en la reina más longeva de la historia de Gran Bretaña y una de las más veteranas en la trayectoria de la realeza mundial. El pasado martes la reina, la verdad es que ella no necesita más presentación, cumplió 89 años, con la inminente llegada de su quinto bisnieto, segundo vástago de los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, como telón de fondo.

Si ninguna causa de fuerza mayor lo impide, dentro de cinco meses Isabel, Elizabeth, la niña que en principio no estaba destinada a reinar, ya que su padre ascendió al trono como Jorge VI en 1936 tras la abdicación de su hermano Eduardo VIII, superará el récord de su tatarabuela Victoria, quien ejerció el poder durante 63 años y 7 meses.

La crónica del reinado es una especie de libro de historia. En más de sesenta años Isabel ha aceptado la independencia de 43 territorios británicos como nuevos países soberanos, el Reino Unido ha tenido 13 primeros ministros, y 31 monarcas han pasado por los tronos de la Europa Occidental.

No es descartable que una vez cumplido el objetivo de sobrepasar la hazaña de su antepasada, la soberana decida abdicar, aunque a los británicos les cueste aún más que ella hacerse a la idea de la llegada del relevo en el trono.

Y es que, poco a poco, de forma discreta y constante, Isabel ha ido encadenando aniversarios. Los jubileos de plata, oro y diamante tuvieron lugar en 1977, 2002 y 2012, respectivamente. Mientras, Carlos, príncipe de Gales, heredero del trono, tiene que conformarse con deshojar la margarita y esperar.

Elizabeth Alexandra Mary vino al mundo en Londres, el 21 de abril de 1926. Es monarca y jefa de dieciséis estados soberanos conocidos como Reinos de la Mancomunidad de Naciones: el Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Barbados, Bahamas, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Belice, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves. Además, es la principal figura política de los cincuenta y cuatro países miembros de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth).

También es la gobernadora suprema de la Iglesia anglicana de Inglaterra, papel que corresponde a los monarcas desde que Enrique VIII rompió con la Iglesia católica y creo la suya propia. La reina y la monarquía en general son además una de las grandes empresas del Reino Unido, que reportan grandes activos a las arcas del país.

En 1947, se casó con el príncipe Felipe de Grecia, duque de Edimburgo desde su matrimonio, un alto y apuesto oficial, perteneciente a la familia real griega, del que la joven Isabel quedó prendada nada más verle.

Se conocieron en julio de 1939. Ella tenía 13 años y aún era Lilibet, él tenía 19 y era un apuesto cadete de la Real Academia Naval de Dartmouth. Los reyes y sus hijas, Isabel y Margarita, habían llegado al puerto en el yate real "Victoria & Albert", acompañados por Lord Mountbatten. Su sobrino Felipe fue invitado a cenar a bordo. Era muy rubio, alto y atlético, e Isabel se enamoró de él en el minuto cero. El atractivo militar fue menos efusivo. Felipe nació príncipe de Grecia y Dinamarca en Mon Repos, Corfú (Grecia), el 10 de junio de 1921. Es hijo de Andrés de Grecia y Dinamarca y de Alicia de Battenberg. De niño acudió a la escuela Schloss-Salem, la misma en la que estudió su prima la Reina Sofía. Se dice que nunca tuvo un verdadero hogar hasta que, en 1947, contrajo matrimonio.

Antes de la boda, Jorge VI lo nombró duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón Greenwich, otorgándole el tratamiento de alteza real. Nunca fue rey consorte. En 1957 su esposa le otorgó la dignidad de príncipe del Reino Unido.

El matrimonio siempre se ha mantenido firme, aunque nunca han faltado rumores acerca de las infidelidades de Felipe. El caso es que el esposo real fue el gran apoyo de "The Queen" en 1992, cuando Carlos y Andrés se separaron de sus esposas y la princesa Ana se divorció. Fue el año que Isabel denominó "annus horribilis" en su discurso ante el Parlamento. Para culminar la mala racha, un incendio destruyó parte del Castillo de Windsor.

La muerte de Diana, princesa de Gales, en un trágico accidente de coche en París fue otra de las pruebas más duras para la monarca. A ella lo que le gusta de verdad es ver la tele después de cenar en Windsor y pasar los fines de semana en su adorado refugio escocés de Balmoral. Allí se despoja de los trajes de colores chillones y bolsos Launer a juego, pensados estratégicamente para que siempre se la distinga entre los demás, y se pone el chaleco Barbour, las botas de goma y el pañuelo en la cabeza para salir a pasear a sus perros corgi, como una más, sin duda, "la más", en el ranking de la realeza mundial.