Woody Allen prefirió pasar la noche del martes en su adorada Oviedo tras degustar marisco a saborear las mieles del triunfo en el Teatro Real de Madrid como director artístico de la ópera "Gianni Schicchi", estrenada a la vez que "Goyescas".

El proyecto original del Real era que, coproducida por ese teatro y el que dirige Plácido Domingo, Los Ángeles Opera, se estrenara, en programa doble, "Goyescas", con él como director musical, y "Gianni Schicchi", con el español cantando el papel principal de un montaje que firma Woody Allen.

Pero la enfermedad y el posterior fallecimiento de la hermana del madrileño le apartaron de la escena y no se veía con fuerzas de volver con una ópera de carácter cómico que hay que interpretar con intensidad y entrega.

A cambio anunció que ofrecería un recital de 40 minutos, que anteanoche cantó con toda su alma, cinco semanas después de haber cantado por última vez en un estreno, y por ello recibió una gran ovación con el público puesto en pie.

Allen no escuchó el recital ni el estreno del montaje que el propio Domingo le encargó, en su afán de que la ópera participe del mundo cinematográfico que inunda Los Ángeles, y que fuemuy jaleado, reído y aplaudido.

El norteamericano, con la complicidad de su fiel colaborador Santo Loquasto (autor de la escenografía y figurines de la ópera), traslada el enredo de la comedia desde Florencia a Nápoles, con guiños al mundo del cine, desde antes del inicio de la ópera, con una suerte de pantalla en la que aparecen unos hilarantes créditos.

En la versión de Allen de "Gianni Schicchi", dirigida por el aplaudido Giuliano Carella, hay un sorprendente final que redondea una pieza que parte de un episodio de la vida del personaje del mismo nombre retratado en el Canto XXX del Infierno de Dante.

Pero la ópera no le convenció para dejar de visitar Oviedo, una ciudad por la que siente predilección desde que recibió, en el año 2002, el premio Príncipe de Asturias de las Artes. El cineasta pasó 24 horas en la capital asturiana, que abandonó ayer por la mañana en su avión privado, primera escala de unas vacaciones por Europa que le llevarán a Londres entre otros destinos.

Durante su estancia express en la ciudad, Allen, de 79 años, paseó por sus calles junto a su mujer, Soon-Yi, de 44. Poco hablador, se fotografió de buena gana con los ovetenses que se lo pidieron. Visitó la plaza del Porlier, la calle Uría, y la zona del Campoamor y Gil de Jaz. Y acudió a dos de sus restaurantes favoritos: Bocamar para comer y la Goleta para cenar. También entró en varias tiendas, como Carolina Herrera y Springfield, donde adquirió unos pantalones. Estuvo acompañado de Natalio Grueso, ex director del Niemeyer, y un grupo de amigos.