Se llama Alzain Tareq, tiene 10 años, es de Bahréin y ayer vivió su día de gloria en los Mundiales de natación de Kazán (Rusia), donde compitió en los 50 metros mariposa y fue, sin duda, la estrella mediática de la jornada. La juventud de la niña ha desatado controversia, aunque en las pruebas de natación -salvo en salto- no existe límite de edad. La Federación Internacional de Natación se escuda en la necesidad de difundir este deporte argumentando que se producen 377.000 ahogamientos al año.

Tareq tardó solamente 41,13 segundos en cubrir la distancia de la prueba, 15,70 segundos más que la sueca Sara Sjöstrom, que marcó el mejor tiempo, pero la niña no estaba aquí para ganar. En cuanto Tareq salió de la piscina y levantó la vista, ya vio lo que iba a ocurrir. Todas las televisiones mundiales que tienen los derechos de este Mundial querían entrevistarla, y las que no los tienen, también.

La pequeña bahreiní estuvo más de media hora atendiendo a la prensa, y siempre con una sonrisa. Pasaban los minutos, Tareq tenía frío y se enfundó en una toalla de la organización mientras bajaba la mirada, nerviosa, y jugaba con sus chanclas desgastadas, con la suela color rosa y las tiras amarillas.

Ni siquiera si Katie Ledecky o Michael Phelps hubieran decidido ofrecer una improvisada rueda de prensa en la zona mixta del Kazán Arena habrían reunido a tantos periodistas, pertrechados con micrófonos, libretas y teléfonos móviles decididos a inmortalizar para siempre el momento.

"Estoy muy feliz, casi consigo mi mejor tiempo. Esto es muy grande", repetía mecánicamente Alzain, campeona absoluta de su país, en una competición en la que participaban nadadores de todas las edades. Estudiante de quinto de Primaria, es la más joven de la competición. "Me lo he pasado muy bien", apostilló.