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"Biografía de mesa de cocina"

Audrey Hepburn comía más que croissants

La pasta era una de las adicciones de la elegante actriz, gran aficionada a la cocina, según revela su segundo hijo, Luca Dotti

Hepburn, cocinando, en su primera casa en Hollywood (1953).

Si Audrey Hepburn fue capaz de convertir su aspecto durante la vuelta a casa de madrugada, tras una larga noche de juerga, en un símbolo de elegancia y saber estar -véase la primera escena de "Desayuno con diamantes"- no es de extrañar que le diese un toque chic a una receta de cocina tan vulgar (para los italianos, "un´americanata") como unos penne con ketchup. Ella cocía la pasta, pero antes de mezclarla con la salsa, la rociaba de mantequilla y aceite durante unos minutos para darle más sabor y consistencia.

Porque Audrey Hepburn comía algo más que croissants, aunque parezca que en toda su vida sólo engulló un dulce y un café frente al escaparate de Tiffany en una de sus películas más famosas. La cocina era un refugio y un paraíso para la actriz, tal y como desvela Luca Dotti, el hijo que tuvo en 1970 con su último marido, el psiquiatra italiano Andrea Dotti. Una "biografía de mesa de cocina". Así describe un libro ("Audrey en casa", Cúpula) en el que ha recuperado las recetas de la artista que encontró un día fortuitamente anotadas en un viejo cuaderno en su casa. A través de los platos que Hepburn cocinaba relata su vida y rescata los recuerdos en una especie de ajuste de cuenta cariñoso, un homenaje, a su madre.

Una madre que comía bien, era glotona y disfrutaba en la cocina. La explicación a su complexión delgada, casi esquelética, que mantuvo toda su vida tiene un origen mucho más triste que pensar que como actriz se machacaba en el gimnasio. En realidad, su cuerpo no se pudo recuperar de las penurias de la II Guerra Mundial, que pasó en Holanda. Tras el "Hongerwinter" (invierno del hambre), cuando el país fue liberado en 1945, la pequeña Audrey medía 1,71, no llegaba a los 40 kilos y sufría asma, ictericia, anemia aguda y un edema.

"Mi madre sobrevivió a aquellos días y consideraba su supervivencia un regalo que no podía desperdiciarse", cuenta Dotti, que desvela que el verdadero triunfo de Audrey Hepburn, más allá de los muchos reconocimientos en el cine, fue recuperar todo lo que había perdido durante la guerra: hogar, familia y "la seguridad contenida en el calor de una cocina". Por eso, cuando rodó "Sabrina" en 1953, convertida ya en una celebridad, la actriz se alquiló un pequeño apartamento donde cocinaba para sus amigos y se evadía del cargante Hollywood.

De aquella época figura otra receta con pasta, los penne al vodka, con un curioso origen: los italianos que trabajaban en el cine, encargados de los efectos especiales, disolvían la salsa de tomate con vodka para que las heridas de los actores brillaran más; a la hora de comer, parte de esa "sangre de pega" era utilizada para acompañar los penne.

La pasta era una de las adicciones de Audrey, además del chocolate y los helados. Y la disfrutaba de forma sencilla. "Si no es demasiado complicado, una sencilla pasta al pomodoro", pedía en los restaurantes, un poco avergonzada, cuenta su hijo, cuando los camareros le ofrecían cartas de platos muy elaborados. "Como todos los italianos, incluso los más grandes trotamundos, después de pasar una corta temporada en el extranjero, mamá sentía una necesidad física de comer pasta".

Una de sus más célebres recetas (más que los penne al vodka o con ketchup) son los espaguetis con tomate. Salsa, a poder ser, elaborada con tomates naturales: "El adecuado es simplemente el que hace la mejor salsa", anota Audrey. "En Italia solemos escoger los tomates San Marzano, pero en temporada es probable que podamos encontrar algo apropiado en la tienda de la esquina. En Suiza, por ejemplo, sorprendentemente he descubierto buenos tomates de Berna".

Fue en Suiza donde la actriz encontró "la casa de sus sueños", La Paisible, en Tolochenaz, cerca de Lausana, donde murió en 1993 rodeada de su última pareja, Robert Wolders, familia y amigos. En La Paisible Audrey cultivó un huerto y allí pasó, entre calabacines y tomates, cada vez más tiempo después de que en 1967 anunciase su retirada de los rodajes.

Pero de todas las recetas que salpican el libro, la más preciada de Audrey era la llamada Terapia de rehidratación oral (descubierta en 1968 y utilizada por primera vez en Bangladesh por el médico David Nalin), que conoció siendo Embajadora de Buena Voluntad de UNICEF. "Cuando comprendió que podía utilizar su nombre para algo bueno, sintió que su deber era hacerlo de forma sistemática", concluye Dotti.

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