Mucha flor, mucho color, mucho estampado. Es la moda de la campaña de primavera y verano del próximo año. Dicen que la ropa sigue los designios no escritos de la economía: tiempo de crisis, colores apagados; tiempo de bonanza, colores variados.

Si se cumple esa premisa, los diseñadores de Dolce & Gabbana dan por finiquitadas las dificultades (quizá las suyas sí, las de los demás ya no tanto). La firma presentó ayer su propuesta para el próximo año en la Fashion Week de Milán, una de esas pasarelas que juegan en la primera división de la moda europea.

La Semana de la Moda de Milán finaliza hoy y ha supuesto, dicen los entendidos, todo un triunfo de colores como el azul o el gris, pero nada de tendencia triste. Se vio mucha blusa, mucha falda mini de volantes con cola trasera y, en general, tejidos vaporosos y amplios. Dolce & Gabbana reivindicaron ayer el espíritu latino y mediterráneo, mucho más allá del detalle que portaron algunas de sus modelos, ataviadas con un clavel rojo, muy español, en el pelo.

La jornada de ayer sirvió para poner en la pasarela las siempre interesantes propuestas del británico de Manchester John Richmond (1960), ya todo un clásico de las semanas de moda.

Richmond apuesta por faldas cortas, tonos claros, zapatos abiertos y con tacones imposibles y cierto toque étnico en algunos de sus estampados.

Sobre la pasarela milanesa, la consagrada firma Roberto Cavalli también apostó por los vestidos cortos de solo un hombro que las modelos lucieron tanto en colores grises con detalles brillantes como con estampados de cebra y con bordados en color negro. Se vieron cinturones grandes y ajustados a la cintura, y bolsos de flecos y anudados a las muñecas, en cuero negro.

Finalmente, los botines de tacones, en ante y con la punta en pico, y los zapatos semicerrados en el empeine, también con tacón y atados con cintas por encima de los tobillos, completaron la colección de la firma, que este año se puso en manos del diseñador noruego Peter Dundas.

El "print animal", especialmente el estampado de leopardo, también fue el rey de la propuesta que llevó hasta la ciudad lombarda la marca de lujo Bottega Veneta. La casa, fundada en 1966, invitó a los críticos, periodistas y amantes de la moda a sumergirse en un mundo de formas y colores, en el que quedó de manifiesto que la mezcla, bien combinada, es una apuesta segura.

Faldas y blusas se alternaron con vestidos florales, jerséis de lana fina y mangas tres cuartos, a rayas, y vestidos en tonos grises, blanco crudo y morado.