Los celos, la muerte, el amor, el pánico o la enfermedad se convirtieron en temas universales en la obra del artista noruego Edvard Munch, al que el Museo Thyssen Bornemisza dedica una de las exposiciones más destacadas de la temporada.

Con una pintura que rompió las barreras entre lo personal y lo universal, la obra de Munch (1863-1944) ha sido reconocida especialmente en la última década, en la que se ha convertido en uno de los grandes pioneros del arte moderno. Y esto ha ocurrido a "toda velocidad, casi con venganza y de una forma devastadora", según Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, lo que ha provocado que se haya simplificado mucho y se hayan creado malentendidos y estereotipos en torno a su obra.

"En Munch se ha producido la iconización en una sola imagen, la de 'El grito', de toda su producción". Para Solana, además se ha distorsionado y simplificado, "confinándose su creación sólo a su época juvenil". Al artista noruego se le ha identificado con el estilo simbolista, ignorando que vivió medio siglo XX, en el que siguió creando en diferentes estilos.