Fue una noche agridulce. Faltaba José Manuel Lara Bosch y su ausencia se notaba en todos los rincones de Planeta. Además, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que venía de declarar bien arropado como imputado por la consulta del 9-N, presentaba una sonrisa alicaída sin su corte pretoriana detrás, y ni el socialista Pedro Sánchez ni el ciudadano Albert Rivera se destacan precisamente por ser la alegría de la huerta, aunque tengan la sonrisa tatuada en el rostro.

De la ministra de Fomento, Ana Pastor, sólo se puede decir que bastante hace con acudir a un acto en el que no pinta nada mientras el ministro del ramo cultural hace como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau: se vuelven suecos por una noche y pasan de ir al Palacio de Congresos de Cataluña. Pero esas sombras perdieron intensidad cuando se hizo público el nombre de la ganadora y del finalista. Una pareja sencilla, cordial y emotiva. Alicia Giménez Bartlett (Hombres desnudos se titula su novela) ya hizo de las suyas incluso antes de hablar. Y es que la "madre" del personaje Petra Delicado lucía en su vestuario un "Merde" así de grande. El significado del mensaje lo dejamos para el final. Sí, le copiamos el suspense. Y que nadie se confunda: su voz suave es sólo una forma de envolver con seda palabras amartilladas, como cuando corrigió a la presentadora dejándole bien clarito que la suya no era una novela negra ("para nada"). Y que, vale, es la gran dama del género policiaco español, pero esta vez se va por otros derroteros para contar un momento crítico: la lucha cada vez más violenta entre las clases sociales en medio de una crisis que acrecienta la injusticia y el fracaso. La escritora se ganó al heterogéneo público (periodistas de todo tipo, escritores de diversa condición, famosetes de la tele, actores como José Coronado -muy cariñoso con Sánchez-, exmodelos como Judith Mascó...) recordando que éste es su año de premios, siendo el anterior al "Planeta" el que le tocó en un supermercado: un secador de pelo. "Estoy aterrada porque cuando en España te dan tantos premios es que te quedan cuatro días". Detrás, Mas sonreía, pero menos.

Y si Giménez Bartlett se ganó a la gente, Daniel Sánchez Arévalo, de quien conocíamos su talento como cineasta, también se hizo querer con su defensa de La isla de Alice, una novela que primero fue proyecto cinematográfico con miras hollywoodienses y que acabó siendo carne de papel. Confesó que le cuesta sentirse autor: lo que le gusta es contar historias. Y con ésta se sintió libre. "Necesitaba volar, sin las limitaciones del cine". Tecleando, además, para superar el tránsito de dolor que significaba la enfermedad de un ser querido, en este caso la pareja de su madre. Escribir le dio vida durante esos ocho terribles meses. En la rueda de prensa posterior, su madre estaba en primera fila, junto al padre del escritor y el actor Quim Gutiérrez. "Mamá, todo esto es por ti", dijo con voz a punto de romperse.

La ganadora fue desgranando poco a poco el contenido de su libro (más por el deber del momento que por convicción, se desahogó exclamando "¡aún no sé de qué diablos va mi novela!") y reconoció que "me interesa mucho la amistad masculina, más perfecta y visceral y brutal que entre mujeres". Su compañero de palmarés insistió en su fascinación por la sociedad americana, en la que transcurre su historia y a la que pertenecen sus personajes. "No podía ocurrir en España. Allí es todo más superficial, pero arañas un poco la superficie y...".

Presentarse al "Planeta" era lógico porque "soy muy ambicioso, no quiero ser un grito en el desierto, quiero que la gente me lea. No quiero decir a mis vecinos que he escrito una novela, quiero que ellos me lo digan a mí". A Giménez Bartlett le salió la vena nostálgica al hablar de un tipo de cultura que se está muriendo. Por eso su protagonista es un profesor de Literatura en paro que se desnudará para sobrevivir. No importa prescindir de él, sólo enseña literatura. "Quizá tratemos con un material condenado a desaparecer". Su compañero cineasta aún puede tener futuro, pero "yo que sólo hago libros lo tengo fatal".

Vale, ¿y por qué lucir la palabra "Merde" en una noche así? "Es una pequeña travesura. Ya que no podemos hacer una revolución, hagamos una pequeña broma". Y reía como una niña.