David Ilundain (Pamplona, 1975) cuenta que decidió hacer la película sobre el "caso Bárcenas" después de salir "en estado de shock" de ver la obra teatral "Ruz-Bárcenas", basada en los interrogatorios al extesorero del PP ocurridos en la Audiencia Nacional en 2013. Era un proyecto con dificultades de narrativa (apenas hay acción) y de financiación, pero ha conseguido llegar a los cines. Hoy puede verse en el teatro Filarmónica de Oviedo, a las 19.30 horas, programado por la asociación cultural La Ciudadana. Tras la proyección, Ilundain participará en un debate, que también contará con la presencia del periodista Ernesto Ekaizer, que acaba de publicar su segundo libro sobre el caso, "Queríamos tanto a Luis".
-¿Qué le llevó a embarcarse en la filmación de una obra de estas características, casi documental?
-Conocí la historia a través de los periódicos, y cuando vi la obra de teatro de Jordi Casanova y Antonio San Juan me quedé en shock. Me pareció que mostraba que el sueño de abundancia que habíamos vivido era una pesadilla, y que nos habíamos despertado en la playa, con una cicatriz y un riñón menos. Quise hacer una versión cinematográfica, me puse en contacto con los autores y decidimos sacarlo adelante.
-¿Encontró muchas dificultades?
-Sí. Lo primero fue la financiación, porque los cauces habituales, buscar la participación de las televisiones, no dieron resultado, no estaban interesadas. Tampoco conseguimos ninguna ayuda pública. Hubo un momento en que pareció imposible sacar el proyecto adelante, pero nos unimos tres productoras pequeñas, ajustamos al máximo el presupuesto e hicimos un "crowdfunding". De él sacamos los primeros 50.000 euros, que fueron cruciales. El presupuesto ha sido muy ajustado, ronda los 200.000 euros. El apoyo popular nos sirvió para comprobar que había interés, que no era una locura nuestra.
-¿Y a la hora de la distribución?
-También hubo dificultades. Hubo cines que no quisieron exhibir la película, y nos dábamos cuenta de que ese rechazo tenía más que ver con el miedo, con que no querían problemas, que con que no les gustaba. Las redes sociales impulsaron una campaña, #QuieroverB, que ha resultado muy efectiva, y cada vez se está exhibiendo más.
-¿Es casualidad que la película llegue a las pantallas a pocos meses de las elecciones generales?
-No es casualidad, queríamos contribuir al debate, y no sólo al debate electoral, aportar nuestro granito de arena. El objetivo es en parte político, es una forma de hacer democracia. Además, tiene un valor añadido, las personas que están implicadas en esta trama, acusadas por el protagonista, forman parte de la cúpula del PP y están todavía en el Gobierno, lo que le da un interés mayor para la ciudadanía.
-¿El texto es fiel a la declaración de Bárcenas?
-No sale todo lo que dijo, pero todo lo que dice en la película está en su declaración.
-¿Qué impresión tiene de Bárcenas tras trabajar el personaje para el cine?
-Es un personaje con muchos prismas. Entra en el PP con 23 años, no es de familia rica, como Rato. Hace carrera, va medrando, aprende rápido y amasa una fortuna. Supongo que como buen comercial, como buen fontanero, presuntamente se va quedando algo para sí. Tiene más facetas, como su religiosidad, su parte familiar. De hecho, cuando se decide a tirar un poco de la manta es cuando siente que amenazan a su esposa. Es muy representativo de quiénes han urdido esta trama y cómo podemos entenderles, para que no nos tomen el pelo más. Porque la factura de todo esto la pagan los ciudadanos, vía aeropuertos sin aviones, carreteras a ninguna parte y líneas de AVE innecesarias.
-¿Y Ruz?
-Era un juez muy joven, interino, que acabó siendo expulsado de la causa. En la película se ve la enorme presión que pesaba sobre él, era un caso muy grave y además afectaba al partido en el Gobierno.
-Un partido que según las encuestas va a volver a ganar las elecciones.
-Las encuestas son las encuestas, a ver qué pasa en las elecciones. Las élites tienen mucho poder para imponer su discurso, el relato con el que se machaca todos los días. Esta narración está en manos de unas élites cuyos intereses no son los de los ciudadanos. Este relato viene a decir que Bárcenas era un señor que pasaba por allí y metió mano en la caja. Creo que la historia de la manzana podrida no se sostiene. La estructura formada por los dirigentes del PP está señalada.
