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El "hijo asturiano" de Julio Verne

La mítica Copa de los Pirineos que ganó Fernández Duro en 1909 brilla en la exposición sobre el novelista galo comisariada por el ovetense Miguel A. Delgado

El "hijo asturiano" de Julio Verne

Julio Verne poseía una imaginación inimaginable que sirvió de estímulo a aventureros, cineastas, escritores, exploradores, científicos e inventores, como demuestra la exposición "Julio Verne. Los límites de la imaginación", en la que brilla la Copa de los Pirineos que ganó el asturiano Jesús Fernández Duro por ser el primero en cruzar los Pirineos en globo en 1909. Una joya que no podía faltar si tenemos en cuenta que uno de los comisarios de la exposición, recién inaugurada en Madrid, es el escritor y divulgador asturiano Miguel A. Delgado (Oviedo, 1971).

Julio Verne, explica Delgado a LA NUEVA ESPAÑA, "marcó un hito no sólo en lo literario, sino también por su capacidad de inspiración, una capacidad que llegó mucho más lejos de su Francia natal, y que tuvo también su influencia en un niño nacido en La Felguera, Jesús Fernández Duro. Cuando María Santoyo y yo concebimos la exposición, surgida para suceder a la que con tanto éxito habíamos dedicado al ingeniero y científico Nikola Tesla, con más de 200.000 visitantes, nos dimos cuenta de inmediato de que lo más interesante era encontrar ejemplos de cómo la influencia de la obra verniana iluminó una época y lanzó a muchos a intentar lo imposible".

Sus rastreos les llevaron a Valencia, "donde encontramos a uno de los visionarios que pretendía conquistar el cielo con aparatos más pesados que el aire, Juan Olivert, piloto del primer aeroplano que despegó de suelo español en 1909. Y fueron los expertos de la Fundación Aérea de la Comunidad Valenciana los que nos hablaron por primera vez de Fernández Duro y su importantísima contribución a la aeronáutica. Nunca habíamos oído antes de él, pero ésa, desgraciadamente, es una sensación que hemos repetido muchas veces a lo largo de estos meses, porque el olvido y el ninguneo a quienes han hecho un intento significativo por que nuestro país no perdiera el tren de los avances de los siglos XIX y XX es algo habitual, y uno de los orígenes de los males que nos afligen aún hoy". Encontrado el hilo, llegaron al presidente del Círculo Aeronáutico Jesús Fernández Duro, José David Vigil-Escalera, quien "a su vez nos puso en contacto con Carlos Velázquez-Duro, representante de la familia, y que nos recibió en el hotel Quinta Duro de Cabueñes, la casa familiar reconvertida en un delicioso lugar que recuerda en cada rincón a quien en 1902 salió de Gijón para viajar en automóvil hasta Moscú y volver, 10.000 kilómetros que supusieron el mayor logro conseguido hasta ese momento con tan novedoso medio de transporte". Y, sin embargo, lo que atrapó desde el primer momento su atención fue la Copa de los Pirineos, "conservada en el hotel en un lugar privilegiado, y que parecía brillar de manera especial a la luz de aquella tarde de verano. En cuanto la vimos, comprendimos que tenía que estar presente en la exposición, no sólo por lo que supone de testimonio del mayor logro conseguido por Fernández Duro, atravesar la Cordillera en globo, hazaña que le situó en la pequeña nómina de osados que estaban llevando a la aeronáutica cada vez más lejos. No, también nos maravilló por su belleza, con esa gran figura alada que encarnaba la profunda fe en el progreso de una época irrepetible. Aquella copa era Verne puro y, por eso, sólo podemos sentir el mayor de los agradecimientos porque se nos permitiera exhibirla, en un lugar privilegiado, entre tantos ejemplos de personajes que hicieron realidad los sueños vernianos".

La Copa de los Pirineos, "como era habitual en aquella época, había sido creada en 1905 por el mecenas Henri Deutsch de la Meurthe, e iba destinada a la primera persona que cruzara en vuelo la cadena pirenaica. Por entonces, Francia era uno de los países donde se concentraba la mayor actividad aeronáutica, en la que Fernández Duro se sumergió desde que se estableció en París para estudiar Ingeniería. De hecho, había construido ya su primer globo, el Alcotán, contribuido a la creación del Real Aero Club de España, y participado en la observación del eclipse solar de agosto de 1905 en Burgos, el primero que pudo ser estudiado desde el aire, y donde compartió barquilla con Emilio Herrera Linares, otro nombre imprescindible de la aeronáutica española".

Una carrera truncada

Sin embargo, traspasar los Pirineos en 1906, "en un trayecto que le llevó desde Pau hasta Granada en su globo 'Cierzo', fue lo que consagró a Fernández Duro en Francia, donde se le concedió la Legión de Honor, y en España, donde fue recibido como un auténtico héroe. Una hazaña que podría haber anticipado otras, si no fuera porque unas repentinas fiebres tifoideas, que le asaltaron en San Juan de Luz mientras trabajaba en la construcción del que habría sido el primer aeroplano español, le causaron la muerte de manera prematura a los 28 años".

Iba a competir "contra otro pionero representado en la exposición a su lado, Santos Dumont, y su repentino fallecimiento tuvo como consecuencia que nunca pudo recibir físicamente la copa que ahora se exhibe en la Fundación Telefónica. Quedó como su mayor logro, pero es inevitable preguntarse hasta dónde habría podido llegar con su constancia y su decisión, y si hubiese sido sólo el primer escalón de una carrera aún más grande".

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