Dicen de Máxima de Holanda que es una mujer a la que le encanta la fiesta, una perfecta anfitriona y que se fuma algunos pitillos, cuando nadie la ve, en la intimidad de palacio. Extrovertida y cercana, ha sabido ganarse el cariño del pueblo holandés, a pesar de ser argentina y católica, una religión a la que no quiso renunciar cuando se casó con el gran amor de su vida, Guillermo de Holanda. Y es que Máxima es tan auténtica que no ha querido perder ni un ápice de su esencia, y año tras año las publicaciones europeas la elevan al puesto número uno como la mujer de la realeza más querida de Europa.

Ahora Máxima deslumbra aún más si cabe, y es que aunque siempre fue muy guapa y elegante, la princesa se ha quitado de encima diez kilos que la han convertido en una mujer más juvenil y que ahora se atreve a lucir prendas que antes no había en su armario. Más esbelta, más segura de sí misma y con la sonrisa que siempre la caracteriza, Máxima de Holanda también ha llevado a cabo en los últimos tiempos un cambio en su estilo. Siguiendo la premisa de los grandes modistos y expertos en moda que apuntan que menos es más, ahora Máxima de Holanda apuesta por lucir el pelo suelto en muchas ocasiones, y esto le confiere un aire mucho más juvenil, desenfadado y natural.

Nos tenía acostumbrados a llevar siempre el pelo recogido en moños, pero alguien la ha asesorado para bien y ella ha sabido aceptar el consejo. Además, su fondo de armario, donde siempre había trajes que para nada eran discretos y grandes joyas, ha dejado paso a un estilo más sobrio pero no menos elegante, al contrario. Su renovada silueta le permite enfundarse en vestidos mucho más ceñidos y puede presumir de tener una figura que muchas desearían. Lo cierto es que Máxima está guapa con diez kilos más o menos, porque siempre ha sido una mujer elegante, y eso nada tiene que ver con la talla, pero hay que reconocer que ahora está mejor que nunca.

Fue en el año 2002 cuando se casó con el por entonces príncipe Guillermo Alejandro de los Países Bajos, y en un principio los holandeses la miraban con recelo por no ser protestante, pero ella ha sabido ganarse el cariño del pueblo, sólo mostrando la mejor versión de sí misma. El ahora rey ha declarado hace poco que la religión de su esposa nunca fue un problema para él ni para su familia. El rey añadió que hubiera sido una "verdadera tontería que la religión hubiera terminado con nuestra historia de amor". Pero aunque Guillermo le reste importancia, lo cierto es que han sido muchas las familias reales que no han sido tan tolerantes a la hora de aceptar a un nuevo miembro sino compartía sus creencias. Mary de Dinamarca, una de las mejores amigas de Máxima y con la que la hemos visto hace unos días tras sufrir la reina de Holanda una infección de riñón, tuvo que "oficializarse" como luterana evangélica, la religión oficial del Estado, a pesar de que ella, en su Australia natal, se había criado en una familia de valores presbiterianos. Ahora Mary es una fiel más en Dinamarca. Sin embargo, en la casa de la reina de Holanda sus hijas crecen en un hogar en donde se practican las dos religiones, tanto el protestantismo como el catolicismo, que practican sus padres, y serán ellas cuando sean mayores las que decidirán libremente. Otro caso similar al de Mary de Dinamarca es el de Charlène de Mónaco, que desde su matrimonio con el príncipe Alberto, dejó de lado el protestantismo en el que creció para ser una fiel católica más.