Con "The Revenant", Alejandro González Iñárritu ha obrado el milagro en Hollywood de levantar un proyecto ambicioso, rodado a la antigua usanza, con un enorme presupuesto y sin superhéroes, un reto que se propuso porque, tal como admite a "Efe", no es partidario del cine que triunfa hoy. "Cada día estoy más lejos del cine populista", explica el director de ciudad de México. "Mi gusto personal cada vez se aleja más del de la gente. Eso lo tengo claramente percibido. Y me gusta estar lejos de lo que está sucediendo ahora", sentencia.

"The Revenant", inspirada en hechos reales, narra la historia de un explorador (Leonardo DiCaprio) que en 1823 fue atacado por una osa y abandonado por sus compañeros de expedición, y cuyo deseo de venganza le lleva a sobrevivir y emprender una odisea de cientos de kilómetros para dar con quienes le traicionaron. DiCaprio, que considera la cinta "una obra de arte", no dudó en dejarse la piel en el rodaje. Llegó a comerse crudo un trozo de hígado de bisonte, aprendió a disparar un rifle, se familiarizó con dos lenguas nativas americanas (el pawnee y el arikara) e incluso aprendió técnicas antiguas de curación. "Su trabajo es testimonio de la clase de actor que es", asegura Iñárritu.