Cuando las estrellas de la música acudan mañana a la ceremonia de los premios "Grammy" en el Staples Center de Los Ángeles, se toparán con una compañía inusual: un grupo de presidiarios de Malaui nominado al mejor disco de Músicas del Mundo, el "Zomba Prison Project".

Su cantante, Elias Chimenya, está condenado por asesinato; el bajista, Stefano Nyerenda, cumple diez años por robo, y junto a ellos otros trece reos que tienen a un guardián como letrista y que han logrado el improbable sueño de una nominación en los "Oscar" de la música. "No podemos creer que haya pasado", admite el director del programa de rehabilitación de presos del Ministerio del Interior de Malaui, Kennedy Nkhoma, el impulsor original de este proyecto, nacido en 2013.

Él fue quien compró los primeros instrumentos a los músicos con su propio dinero y todavía hay veces que se une a los coros en algunas de sus actuaciones. "Cuando iniciamos la banda, el objetivo era ayudar en la reforma de los internos. Enseñamos muchas materias en las prisiones, pero no a todos les gusta la escuela tradicional, así que optamos por ofertar clases de música".