Una abarrotada iglesia de los Jerónimos dio ayer la bienvenida a la "Misa de gaita asturiana" en Madrid. En la ceremonia sabatina de las siete de la tarde se presentaba esta tradición litúrgico-musical de la mano de la Fundación Valdés-Salas, que contó con la participación del tenor Joaquín Pixán y de la cantante Mari Luz Cristóbal Caunedo, acompañados de los cantores del taller "Lolo Cornellana". A la gaita, auténtica protagonista del día, Llorián García Flórez y Xaime Menéndez. Y todos ellos bajo la dirección de Joaquín Valdeón.

En la ceremonia, oficiada por el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, no faltó la mención a las parroquias rurales, lugar natural de la misa de gaita, donde se ha ido conservando y transmitiendo esta tradición.

La música contagió a todos los presentes, al igual que lo hiciera en 2013 en la Catedral de Oviedo. Aunque muchas cosas han cambiado desde entonces. La "Misa de gaita" goza desde el año 2014 de la condición de bien de interés cultural (BIC). Una declaración que junto a la labor realizada por la Fundación Valdés-Salas y personalidades, como el catedrático de Musicología de la Universidad de Oviedo Ángel Medina, ha dado el primer gran paso para rescatarla del peligro del olvido.

Los diferentes cantos en latín, acompañados por la gaita agrandada por la especial acústica de la iglesia madrileña de los Jerónimos, se sucedieron a través de un ritual musical que dejó esta vez en el tintero el famoso "Gloria" debido a que estamos en tiempo de Cuaresma.

A lo que asistieron ayer los privilegiados espectadores y fieles fue a una misa popular con "mezcla musical entre el canto llano eclesiástico, el gregoriano y con giros y ornamentos propios de la gaita", tal como se explicó durante la liturgia.

La "Misa de gaita" sonará más veces próximamente, como promoción a su candidatura como patrimonio inmaterial de la Unesco.

Su paso por Madrid, pues, sólo es el principio para que la "Misa de gaita" siga traspasando fronteras y recibe en el futuro inmediato un reconocimiento más global para alcanzar la mayor condición patrimonial a la que se puede aspirar en el mundo.