Hoy hará cien años que el compositor Enrique Granados se tiró, como si fuera DiCaprio en "Titanic", al agua para salvar a su mujer tras ser torpedeado el barco en el que viajaban. Nadie sobrevivió, pero el barco llegó a puerto. "Su música es tan romántica como él", asegura el pianista Daniel Ligorio, que ha grabado con Warner "Granados-Works for Piano", que sale hoy a la venta. Lo más trágico de la vida de Granados es su muerte porque fue inútil en todos los sentidos y consecuencia de un cúmulo de infaustas casualidades, que él, en cierta forma, adivinó: "En este viaje dejaré los huesos", comentó confesando su pánico a navegar. Tuvo que estrenar, el 26 de enero de 1916, "Goyescas" en el Metropolitan Opera House de Nueva York, aunque el propósito inicial era haberlo hecho en París, pero la I Guerra Mundial lo impidió. En Nueva York fue tanto el éxito, que el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson (1856-1924), organizó una recepción en la Casa Blanca para conocerle, lo que les obligó a posponer su viaje del 8 al 11 de marzo.

A pesar de que les advirtieron que en pleno conflicto bélico no era aconsejable viajar en un barco con bandera de uno de los contendientes, Granados, en su deseo de volver a casa cuanto antes, sacó billete para el tramo Folkestone (Inglaterra) Dieppe (Francia) en el barco francés "Sussex".

El 24 de marzo, Granados y su esposa, Amparo Gal, embarcaron en el vapor, que zarpó a las 13.15 horas con rumbo a Dieppe, en la otra orilla del Canal de la Mancha. Hacia las 14.30 horas el "Sussex" fue detectado por el submarino de guerra alemán UB-29, que aparentemente lo confundió con un barco minador, y hacia las 14.50 lanzó un torpedo que impactó en el medio del casco. Amparo Gal se lanzó despavorida al agua y detrás de ella, sin saber nadar tampoco, su marido, y se ahogaron, junto a otros 80 pasajeros y tripulantes. La parte del barco que quedó a flote fue remolcada hasta el puerto de Boulogne.