La última firma en sumarse a la tendencia de proponer colecciones de moda islámica ha sido la casa sueca H&M, iniciativa que ha rechazado de plano el Gobierno francés con el argumento de que se incita a un "control social sobre el cuerpo de las mujeres. Mi papel es el de ayudar a esas mujeres que quieren resistir a la influencia salafista en algunos barrios", comentó ayer en la emisora RMC la ministra a cargo de los Derechos de las Mujeres en Francia, Laurence Rossignol, quien considera que no se puede disociar "la ropa y el modo de vida".

Rossignol cree que "cuando las marcas invierten en el mercado de la vestimenta islámica porque les resulta lucrativo, se colocan en retirada respecto a su responsabilidad social y, desde un cierto punto de vista, promocionan ese encierro del cuerpo de las mujeres".

Su reacción, transcurrida una semana de los atentados yihadistas que dejaron 32 muertos en Bruselas, se produce después de que H&M lanzara una campaña de publicidad con fotografías de modelos luciendo un velo islámico que acompaña con el eslogan: "No hay reglas en la moda". Nuestras colecciones permiten a cada uno vestir su personalidad, pero no animan a elegir un modo de vida en particular".