El cineasta José Luis Guerín explora en su obra los lazos entre el séptimo arte y otras disciplinas como la pintura y la fotografía. El director ha ofrecido una masterclass en el Museo de Arte Contemporáneo de La Coruña con explicaciones y reflexiones sobre su extensa obra y otras consideraciones en torno a la industria cinematográfica española como, asimismo, se refleja en esta entrevista.

-En las clases que imparte habla del proceso creativo en su obra, ¿qué es lo que le inspira a crear historias?

-Una película nace como una fotografía, como un pequeño misterio que hay que desentrañar pensando cuál es la instantánea anterior y posterior de ese momento congelado en el tiempo que se presenta ante el cineasta como un enigma sin resolver. A menudo yo trabajo teniendo una fotografía frente a mi escritorio, que suele devolverme a ese misterio inicial de donde surge una película.

-Además de ser cineasta es cinéfilo. ¿Cuál es el director que mejor ha sabido conjugar la fotografía y el cine?

-Quizás sería más sencillo para mí responder pensando en grandes clásicos de la fotografía como Cartier-Bresson, William Klein o Raymond de Depardon, que se revelaron como auténticos cineastas, buscando en este ámbito la dimensión temporal que la fotografía no les daba.

-¿Fue el trabajo de estos fotógrafos lo que le animó a hacer del cine su profesión?

-Fue mi propia experiencia como espectador de cine. Intenté de muchacho hacer fotografía, pero sentí que con ella no llegaba a capturar la belleza que quería. Cuando fotografiaba a una muchacha, no conseguía captar la belleza que de verdad me impresionaba, que tenía que ver con un ritmo interior que necesitaba que el plano respirara. Ahí cambié mi cámara de fotos por una pequeña Súper 8 con la que empecé a hacer mis filmaciones.

-Los avances tecnológicos han aumentado la rapidez en la creación de productos audiovisuales.

-Sí, y también su vulgarización. Hoy en día casi no existe la noción del amateur en fotografía, todo el mundo captura montones de imágenes con los móviles. Cualquier foto hecha por un amateur en los años cincuenta nos parece una pequeña obra de arte, porque contenía un principio de composición, y había que medir la luz, la distancia? Amateur procede etimológicamente de "amante" y es muy difícil percibir el amor por una imagen cuando es tan fácil hacerlas.

-Su último filme, "La academia de las musas", habla de la inspiración creativa citando como ejemplo "La Divina Comedia", de Dante.

-La película gira en torno a unas estudiantes de Literatura, Dante se menciona como otros autores, pero la literatura es un pretexto para que se generen situaciones alrededor de ella. Se reivindica el poder de la palabra en un momento en el que está devaluada no sólo en el cine.

-Este filme fue creado con escasos medios. ¿La falta de recursos agudiza el ingenio?

-Sí, el hecho de hacer la película sin depender de las televisiones o productoras no debe verse como una lamentación por mi parte sino como una elección. Cuando pienso en un proyecto incluyo la logística en el proceso creativo. La película fue creada con las herramientas que tengo en mi casa y viéndola se comprende que el grado de intimidad con los personajes sólo es posible capturarlo con los medios que he elegido.

-Una forma positiva de afrontar la situación de la industria audiovisual en España.

-No quisiera que eso sirviera para legitimar los recortes en cultura, que tienen un efecto devastador. Dicho esto, la creación en general para mí es casi incompatible con el confort. Casi siempre está en pugna con los espacios hegemónicos donde se mueven el poder y el dinero. Creo que los creadores más valiosos hoy se sitúan en los márgenes, lo cual no quiere decir que tenga una vocación marginal, deseo encontrar a mi público, pero soy consciente de que es en los márgenes de esta industria donde puedo encontrar realmente mi espacio de libertad.

-Como director, ¿de qué forma valora el "feedback" con los espectadores de sus películas?

-No considero acabada una película hasta que no se produce ese intercambio. Los espectadores son quienes la hacen real. Para cineastas tan solitarios como yo, esa respuesta es una nutrición esencial que te sitúa y te señala el camino a seguir.

-¿A través de qué canales se suele producir este intercambio?

-Se produce a distintos niveles, evidentemente. Para mí la relación con el público es cualitativa y no meramente cuantitativa. No se trata de sumar espectadores a cualquier precio ni de ser cautivo de los gustos de las mayorías. Para mí todo tiene que ver con la calidad e intensidad del intercambio.